domingo, 18 de junio de 2023

Misa, Pregón y Procesión en honor de San Fernando Rey 2023.

 








MAYORDOMOS 2023





























PREGÓN SAN FERNANDO 2023

Sr. Alcalde, autoridades, mayordomos, queridos vecinos, familiares y conocidos, muy buenas noches a todos.

Deseo que estas fiestas en honor a nuestro Patrón San Fernando os hagan disfrutar y vivir días de verdadera unión y sentimientos compartidos.

Quisiera comenzar agradeciendo y felicitando a Pilar, Rosa María, Ismael, Yolanda, Julio, Álvaro, Anabel, Antonio, Ana Mari, Antonio Manuel, Daniel y Noelia , mayordomos y mayordomas de Mondrón y Vilo, por la extraordinaria organización de estas fiestas patronales, por esa labor encomiable y desinteresada, que tanto ellos en esta ocasión, como los mayordomos de cada año, llevan a cabo con tanto cariño, tesón, esfuerzo y verdadera devoción.

También quisiera hacer una especial mención a los hombres y mujeres de trono de La Purísima, San José y San Fernando Rey, a todos ellos que tras recorrer ese camino lleno de emoción y sentimiento, regresan a su templo un año más.

Y, por supuesto a todas y cada una de las personas que estáis aquí presentes en esta noche mágica, vosotros también formáis parte de esta mi historia, de

este precioso regalo, como es pregonar las fiestas en honor a nuestro Patrón.

Cuando Yolanda, Ana Mari y Noelia llegaron a mi casa y me dijeron “Paloma queremos que este año seas nuestra pregonera” me quedé sin habla y me abracé llorando a ellas, preguntando “Pero yo por qué”, pienso que ese honor humildemente no lo merezco, y entonces ellas tan sólo me dijeron “Tú quieres mucho a San Fernando y a nuestra gente de Mondrón y nosotras también te queremos a ti”.

Así, que después de oír esas palabreas tan hermosas y sentidas a la vez, no supe decir que no.

Esta noche rebosante de humildad y gratitud, quiero ser honesta con todos vosotros y considero que la mejor forma de hacerlo es hablando de mis vivencias, mis recuerdos y del inmenso cariño que siento por Mondrón, por ésta mi Aldea, y por estos benditos campos que la rodean y guardan como a una diosa, y por su puesto por nuestro Patrón San Fernando.

Me siento muy afortunada al poder celebrar junto a todos con verdadera devoción y júbilo un año más este día.

No considero ser una gran oradora, ni mucho menos usar un vocabulario extenso y fluido, pero sí esta noche espero estar a la altura de lo que merecéis y haceros sentir y revivir todo lo bello y preciado que guardo aquí, en mi corazón.

Nunca debemos olvidar de dónde venimos, para de esta forma no desviarnos del camino hacia dónde vamos.

Y ese camino comenzaba justo aquí, esta emblemática iglesia y nuestro Patrón San Fernando fueron testigos de la unión de mis padres, Antonio y Antonia.

La Antoñina, hija de Miguel Mora y la Teresa de Pascual. Mi abuelo Miguel era adorable, bueno y trabajador, y querido y respetado por todo el mundo; y mi abuela Teresa, entrañable y cariñosa, no tenía nada suyo, y siempre estuvo al servicio de los demás.

Y Antoñito de Paco broches, mi padre.

Paco broches, mi abuelo, era un hombre de carácter, pero a su vez leal, honesto y noble como él solo.

Y mi abuela, Dolores Frías, de Guaro, chiquitita y humilde, con una sonrisa siempre dibujada en su cara, tenía un ángel especial.

Cuánto quise a mis abuelos, madre mía, y cuánto cariño recibí de ellos!!! Sencillamente…los adoraba!!!

Bueno, y al año justito de este día, nací yo, en el Cortijo El Águila o el Cortijo de Paco Broches, más blanquita que una paloma. Por lo visto, lo tuvieron clarísimo al ponerme el nombre.

Mis abuelos me recibieron con todo el amor del mundo, y a partir de ahí comenzarían mis primeras idas y venidas aquí a Mondrón para visitar a mi familia.

Por aquel entonces, mis tíos Francisco y Carmen, y mis primos Paquito, Mari Carmen y Domin regentaban una tienda.

Mi tía Carmen de Broches, una mujer bonita, muy bonita por dentro y por fuera y muy especial para mí. Y mi tío Francisco de la Cueva, un hombre que a medida de lo grande que era, así tenía su corazón, siempre nos tuvimos muchísimo cariño.

Pasado un tiempo nos fuimos a vivir a Buena Vista con mis abuelos maternos, Miguel y Teresa.

Todavía cierro los ojos y me viene ese olor a cebada recién molida, parece que estoy viendo el molinillo azul y cómo crujían los granos guiados por aquellas preciosas manos.

¿Abuela, me haces un café de los que a mí me gustan? Le decía, y allá que iba ella y me lo preparaba, en una taza blanca, con el busto de San Antonio pegado en un lateral que guardaba en la cornisa de la chimenea y pinchando una rebanada de pan con un tenedor viejo lo ponía a la lumbre, cogía un jarrito de lata y levantaba la pesada tapa de madera del pilón del aceite, bendito ritual que acababa en el desayuno más exquisito, nuestro aceite de Mondrón y de nuestros campos, el que guardaban celosamente de un año para otro, extraído de nuestra aceituna verdial, de nuestros olivos erguidos y majestuosos que parezcan saludar al paso del caminante, invitando al descanso y a escuchar en silencio, cuantas historias por los siglos de los siglos, olivos que con sabiduría y sacrificio, nos siguen regalando el mejor de los aceites, ayer, hoy y siempre.

Palomita, aligérate, que vamos a ir a Mondrón antes de que apriete más el calor, así que tempranito cogíamos el quitasol, que así es como mi abuela Teresa llamaba al paraguas cuando se usaba para cubrirnos del sol, nos echábamos “los pies al hombro” como ella decía y aleeee….caminito a Mondrón.

Como una de tantas anécdotas en el recorrido, recuerdo que al pararnos a beber agua en la Fuente Las Vegas, caí de cabeza en la pila, por suerte estaban allí José Mechiné, La Dolores y mi amiga María José lavando caracoles, y José con ese talante que tenía y esa serenidad tan graciosa al hablar me sacó de un puñao y bromeando, como siempre, me dijo la brochilla ésta, la pechá de agua que se iba a dar esta mañana. Guardo entrañables recuerdos de él y de mi querida amiga María José, ¡ cuántos ratitos subidas en el rulo cuando trillábamos en la era, cuántos paseos al chorro, cuántos recuerdos!

Bueno, y después del percance seguíamos el camino, la Cucharona, la Vuelta a los Caros, el río, la Cuesta , y por fin llegábamos a Mondrón, derechitos a la casa de mi tía María Teresa, mi tío Salvador y de mis primas Tere y Mamen.

Mi tío Salvador, el de la Cueva, un hombre honrado donde los haya habido, tenía delirios conmigo y yo con él, serio, respetuoso, pero cuando ladeaba su cara y me regalaba esa sonrisa me ganaba ¡¡¡Cuánto me acuerdo de ti, tito!!!

Y mi tía María Teresa, ahí ya se paraba el mundo para mí, una gran señora en toda la extensión de la palabra, formalidad, temple, candidez, elegancia, dulzura y cuánto amor en su tierna mirada, sin necesidad casi de mediar palabra.

Creo, que muy poquitas veces la vi sin su delantal puesto, elaborando como nadie, con ese arte y ese saber hacer los mejores chicharrones, sus morcillas y sus chorizos….ha sido la mejor mondonguera del mundo, con ese talante genuino y ese saber estar tan difícil de olvidar, siempre te llevaré en mi alma y en mi corazón. Gracias tita por regalarme tantos momentos callados, pero tan felices de tu vida. Gracias por habernos dado tanto sin condición alguna. ¡¡¡Te quiero!!!

A mis queridas primas Tere y Mamen, qué deciros que no sepáis. Cuántas risas, juegos, tardes de verano, reuniones familiares, cuánto cariño y cuántas cosas bonitas vividas y compartidas. Qué feliz me hace ver la familia tan maravillosa que habéis creado.

Querido Paco, gracias por haber sido siempre tan bueno y gracias por cuidar de todos, has sido y serás un pilar fundamental en esta casa.

Tere, Mamen, Francisco y José Luis os quiero mucho y sé que esta noche en un balconcito del cielo también ellos estarán felices celebrando este momento con nosotros.

Y así, sintiéndome la persona más dichosa y afortunada del mundo, fui creciendo y para completar mi felicidad llegó al mundo mi hermano, Antoñito. Mi niño guapo, siempre a mi lado, en silencio, sin hacer ruido, pero a mi lado. Eres mi debilidad y sabes que te adoro.

Mi infancia fue feliz. Primaveras lluviosas, en mi memoria olores a rosas, claveles, jazmines y chilindros que embellecían delicadamente y con todo su esplendor sentimientos, alegrías y momentos inolvidables vividos.

Aún faltaban muchas piezas por encajar en el puzle de mi vida. La siguiente sería una niña rubita, de ojos grandes y mirada profunda, mi amiga la Loli de López. Confidencias, risas, llantos, noches de desvelos y de ilusiones, también tu casa fue mi casa. Resuena en mi mente la voz de una mujer bondadosa, risueña, de mejillas sonrosadas que nos decía ”vamos mocitas arriba, que es mediodía ya”, ella era la Antonia López. Guardo en mi corazón recuerdos muy bonitos de ella.

Poco después nos trasladábamos a vivir a Periana, al barrio de La Quinta, al número 15 de esa calle llegaba una niña pecosilla, con dos coletas, catetilla del campo, cómo cariñosamente me decían.

Bendito barrio y bendita mi suerte de haber seguido creciendo allí.

Muy poquito tardaron las vecinas en ponerse a disposición de cuanto necesitaran los recién llegados, y muy poquito tardaron en tocar a mi puerta la Puri de la María Moreno, mi querida amiga Puri con su hermana Mari y la Vitoria de la perdigona. Mi amiga Vitoria, la más pequeña de 12 hermanos, una familia admirable. Ese día lloré de alegría, cuántas amigas tenía, ya no estaba sola en Periana.

Junta a la Puri, la Mari y la Victoria entraban en mi vida la Rafalita de cucharas y sus hermanos, Rafalito el moro y sus queridas hermanas, la Mari de Pizarro, la Carmencita y la Lola con sus hermanos mayores, los niños de la Araceli, la Tere de la Vegas y sus hermanos, entre ellas su Mari, los niños de la Marquita Casablanca, la Puri, la Reme y el niño Ignacio, la Rosa la Navarreta y sus hermanos. Todos ellos hicieron que me sintiera querida y arropada siempre.

También quiero nombrar esta noche a dos niñas preciosas, aunque vivían un poquito más abajo, una en las Cuatro Esquinas y la otra en las Casas Nuevas, eran la Mari Cruz de maleta y la Gloria de Rafalillo el municipal, ellas fueron muy importantes para mí, compañeras de pupitre desde el primer día de escuela y amigas para siempre por encima de todo.

Cuántas tardes al llegar de la escuela soltábamos las carteras y nos íbamos derechitas a mi corral, donde mi padre nos había hecho un columpio en un olivo que había al lado del tinao de las vacas, justo encima del estiércol, así que cuando nos caíamos os podéis imaginar dónde íbamos a parar, pero a nosotras no nos molestaban ni los olores ni las moscas, ni nada. Esas tardes nos olían a gloria.

Qué suerte la mía de teneros esta noche aquí conmigo. Os quiero.

Pero a pesar de tener mi vida encauzada ya en Periana, mi corazón estaba dividido y no perdía ocasión para hacer mis escapaditas aquí, a mi Mondrón.

Y así, poco a poco pasaban los días, los meses, tenía una gran familia, mis amigos, tenía salud… ¿qué más podía pedir? Pues sí, aún faltaba alguien en mi vida para completar mi felicidad, y un 30 de diciembre en plena Navidad y como regalito de Reyes llegó al mundo una personita, blanquita como la nieve, con los ojitos azules y la cabecita pelona como una bombilla. Bonita no, lo siguiente, me refiero a mi rubia preferida, mi hermana María del Mar. Ella era mi juguete, mi muñequita llorona…Bonita mía, te admiro y te quiero con toda mi alma, a ti y a esos dos jovencitos que me tienen enamoraita. Mis sobrinos, mis niños guapos, Carmelo y Samuel. Y a mi cuñado Carmelo, gracias por formar parte de mi familia y gracias por estar a mi lado siempre que lo necesito. Os quiero.

Llegaba un nuevo año y con él nuevas ilusiones, nuevos amaneceres y en mi mente siempre volver a Mondrón y volver a compartir junto a mis primas y amigas tardes de primavera y sobre todo nuestra Feria de San Fernando.

Recuerdo cuando se celebraba en el bar de Pepe Díaz. En esa bonita portada adornada con banderitas de colores y sillas y mesas de las que se plegaban de madera. Allí era también dónde se encontraba el único teléfono que había en todo Mondrón, y al que acudía con frecuencia para llamar a mis padres para que me dejaran quedarme unos días más.

También recuerdo con mucho cariño cuando se hacía el baile en el bar de Molina, el patio se vestía de fiesta, tocaban los verdiales y bailaban la rueda, y también por qué no decirlo, una servidora que se apuntaba a un bombardeo. Allá que iba la Palomita a cantarle a todos los presentes mi repertorio de rancheras de Rocío Dúrcal, sin música ni nada, lo que saliera, pero yo más feliz que una perdiz.

¡ ¡Cuántos recuerdos, sensaciones, diversión, respeto y alegría!

¡ ¡Siempre júbilo y alegría!

Cuánto había crecido mi pandilla y cuántos ratos de charla y risas aquí, en esta misma escalera.

Cuántos paseos a la Era de La Molina para ver como llegaban en época de cosecha los mulos con los serones cargados de sacos, el ruido de las máquinas, el olor de las aceitunas prensadas entre las esteras pringadas de aceite, reliquias que tan celosamente se conservan en El Museo de la Cooperativa San José Artesano de Mondrón, merecedor de ser visitado.

Viene a mi mente la imagen de Don Segundo, de Manuel Díaz y de tantas y tantas personas dignas de mi más sincero agradecimiento, por ese amor hacia nuestro olivar, y por ese tacto y por ese bien saber hacer en pro de nuestro aceite. Sirvan estas líneas de homenaje a todos ellos, a los que estuvieron y a los que hoy siguen estando y cuidando cada detalle para que el mundo entero conozca nuestro oro líquido, fruto del trabajo y sudor de nuestra gente. Gracias por tan gloriosa labor.

No podría dejar de hablar esta noche de nuestros Verdiales, de ese ir y venir de voces, sonidos, acordes de violines, laudes y guitarras, almirez y carrañacas, botellas de anís carrasqueadas con un tenedor, lazos y castañuelas lanzadas al viento, al compás del pandero y los platillos, ante la mirada fija en esos pies entrelazados, ágiles y capaces de bailar en una loseta.

Fiesteros que antaño recorrían nuestros cortijos, guiados por el sol, reflejado en los espejos de sus alegres sombreros de lazos, fiesteros que enganchaban la noches con el día, enamorando a las mozas con sus coplillas picarescas. Fiestas de ayer, de hoy y de siempre. Compañeros que se marcharon y que con tanto cariño guardamos en un rinconcito del corazón. Menuda fiesta tienen que tener montada allí arriba, entre ellos nuestro querido José el Ciego, maestro de maestros. Fue él quien enseñó a Antonio broches, mi padre, a tocar y a cantar con tan sólo siete años mientras guardaba las vacas de noche.

José el ciego marcaba su propio estilo, estilo el que hoy con orgullo nuestros fiesteros siguen llevando a gala, dentro del toque a estilo Comares, como único y genuino.


Aún se me eriza la piel recordándole en las noches de verano cuando venían de Barcelona. Eran noches con encanto, noches de embrujo, noches de arrejuntaos, de verdiales, de rueda y de pasodobles en el bar de Juanito hasta que amanecía y la Carmen nos sorprendía con unas exquisitas rebanadas fritas, para migarlas o tomarlas con azúcar. Desayuno mañanero y fiestero.

Gracias Juan , Carmen y a vuestros hijos por tantos y tantos momentos increíbles vividos en el Bar Cuenca, con ese agrado y cariño tan especial que os caracteriza.

Y gracias a nuestra Panda de Verdiales San Isidro e Periana, a esas jóvenes promesas que hoy continúan apostando por nuestras tradiciones, por nuestro folklore y por nuestro historia. ¡¡¡¡ QUE VIVA LA FIESTA!!!!

Eran tiempos de valores y honestidad, de aventuras, de inocencia, momentos guardados como tesoros en mi alma, como lazos que no se ven pero que me siguen uniendo a todas aquellas amistades, perdurando en el tiempo, sin necesidad de hablar ni decir nada, Tan sólo recordar, sonreír y sentir.


SÓLO SENTIR

Amanece y en el cielo saludan

los primeros rayitos de sol

una sonrisa en mi cara se dibuja

por fin llega el día de San Fernando nuestro Patrón.





Estrenaré mi vestido nuevo

y mis zapatitos de tacón

para mostrarme ante ti mi rey eterno

y pasear contigo las calles de Mondrón.





Rodeada voy de todos mis amigos

aunque es muy difícil nombrarlos a tós

niños y niñas que vivieron conmigo

alegrías, sentimientos y verdadera devoción.




Hoy os quiero contar un cuento

una historia que guardo en mi corazón

con cariño y todo mi respeto

que suene la música y comience la procesión.




Por ahí va llegando José Manuel

el hijo de la Teresa y Manolo el colorín

y se dispone a salir mi amiga Asen

con su hermana Mari Carmen y Miguelín.



Por el Bar de Sanani pasamos

vemos a sus niños rebonitos como soles

y la María en la cocina con esas manos

preparando mi plato favorito, sus caracoles.




Antonio y Salva de la Virginia y Pepe Molina

muy contentos se pegan detrás

y más abajo esperando en la esquina

los niños de la Antonia de Pepe Félix están.


Se empiezan a escuchar los vivas

a San José, la Purísima y San Fernando

mientras se unen en el camino

los niños de la Isabel de Juanazo.


Mi amiga Tere y Enrique de Benítez

y la Pili de La Loma a la que acaba de conquistar

junto a mis primas y a la Loli de López

y a los niños de la Enriqueta llegando a la cuesta van.





Los cinco niños de María Luisa

y su Tere a la que tanto aprecio yo

y la Mari Carmen, la Loli y la Cristina

con la Lola de Ferrer sentada en su escalón.




Una paraita señores

que nos vamos a refrescar

en la voz de Juanito Cuenca

con la Carmen y sus chiquitines a la puerta del bar.




Tras un merecido descanso

seguimos todos con la promesa

y gritando vivas al Santo

los niños de la Dolores la Cueva.





Al son de la música salen

la Toñi, Salva y la María José

con sus velitas para alumbrarle

y pedirle a San Fernando con fe.




Junto a ellos se pega nervioso

Richard que esperaba en la esquina

que enamoraba contento y meloso

a esa morena guapa, la María José de Molina.



Tras una rajita de la puerta

con alegría y a la vez asustada

está sentadita María Teresa

no le gustaban los cohetes pero cuánto disfrutaba.


Seguimos adelante el camino

unas caritas salerosas no paran de sonreir

con la mirada puesta en su Rey divino

la Mari Carmen, la Dolores y la Antoñita de Madrid.


La Pili y la Ali de pocas libras

y la Vitoria de canuto con sus tres soles

y una garganta gritando que vivan

al paso de la Banda con sus tambores.



Los niños de la Carmen La Fuente

y los de chiquete que se unen también

los de Luis y la Nati que esperan en frente

a sus tíos Paco y Juani que a lo lejos se ven.


Parejillos están los de la Antonia Prevenío

entre ellos nuestro amigo Paco el municipal

que se unen al santo con sus primos que han venío

contentos, alegres y felices de verdad.


Sus primos, los niños de Emilio y la Anita

que a ver San Fernando han bajado un ratito

el mediano y las niñas tan rebonitas

y el mayor de ellos nuestro Paco el perito.



Un poquito más abajo se escucha

de los colorines su bonito trinar

pendientes al paso de la Banda de Música

y la promesa y la gente que vienen detrás.


Entre ellos nuestro amigo Paco y flamante Chef

hoy famoso por sus paellas y su cocina tradicional

del que nos sentimos orgullosos junto a su Belén

y también su Nuria que siempre a su lado está.



Los niños de la Lola Caro

y los chiquitines de Ranea y la Lucía

haciendo palmas jalean al santo

de la mano de sus primos los de la Lolita Pepe Díaz.


Requeteguapas la Luisa y la María del minino

y la Loli del Colmenar que pa la feria llegó

alzando sus ojos hacia nuestro Patrón divino

junto a sus novios le piden con cariño y con fervor.


Impecables van llegando los niños del Gitano

tan parejos y tan bonitos junto a su madre la Emilia

con sus caritas de alegría cogidos de la mano

qué entrañables recuerdos guardo de tan querida familia.



De los Parrales, de Pulgarín de Sábar y de Vilo

de La Viña, Los Molineros y también de la Haza del Río

a ver a nuestro Patrón todos ellos han venido

en un rincón de mi corazón os guardo a todos con cariño.



El camino de vuelta vamos andando

dónde su engalanado templo esperándole está

a la Purísma, San José y a San Fernando

con la música, los cohetes y los vivas sin parar.


Ya mismo sonará la orquesta

y junto a mis amigos vamos a disfrutar

me siento afortunada, dichosa y contenta

cantaremos, reiremos y nos pondremos a bailar.


Humildemente agradecida, nerviosa pero feliz

En esa misma noche reina de las fiestas yo fui

al Gitano como compañero de baile elegí

y me puso la corona Manolo el Colorín.


Ya casi terminando mi historia y este bonito sueño

del que tanto trabajo me va a costar despertar

lo hago con un canto para ti mi Rey Eterno

dedicado a los que se fueron y a los que esta noche a mi lado están.


FANDANGO

Ay por tus hijos

yo te pido San Fernando

que intercedas por tus hijos

muy bajito te voy rezando

por la salud yo te suplico

Ay por tu gentes y por sus campos

San Fernando, mi Rey Divino...


¡¡¡¡¡ Muchísimas gracias a todos!!!!!



Bueno, y ya para terminar, me vais a permitir que dedique los últimos minutos de este Pregón para agradecer vuestra presencia aquí, en esta noche tan especial, en esta noche en la que abrí mi corazón a todos y espero de igual manera haberos hecho sentir y vibrar conmigo.

A mis padres, Antonio y Antonia, gracias por darme tanto, además de lo más preciado, la vida. Cada día quiero seguir mirándome en vuestro espejo, en el que veo reflejados valores tan hermosos como son el respeto, la humildad, la alegría, la honestidad y el amor y la entrega hacia los demás.

Pido esta noche a San Fernando bendito que no me faltéis nunca. Os quiero con toda mi alma.

Mis hermanos, mis sobrinos, tan inmensamente grandes e importantes para mí, siempre a mi verita. Os adoro.

Mis amigas, de la mano siempre, mi querida amiga Puri y mi Mari, Mari Cruz, Vitoria, Tere, Loli, Marisol, Magdalena, Agustina y tantos amigos que tengo la suerte de ver aquí esta noche. Gracias en mayúscula por arroparme en esta noche mágica e inolvidable.

Y ahora es el turno de mis personas favoritas, mis hijas, Tatiana y Sheila, las que me ayudan a respirar cada día, las que están ahí para darme ese empuje y esa fuerza ante las adversidades de la vida. No me soltéis nunca.

Mis nietos, Ángel, Paloma y Andrea, me tenéis loquita, y lo sabéis. Os amo.

A mis yernos, Dani y Andrés, como si fueseis mis hijos. Gracias por venir a completar nuestra familia. También os quiero.

Ahora quiero lanzar un beso al cielo a alguien, alguien que esta noche estará feliz y contento, disfrutando conmigo. Sí, mi marido, José Antonio. Te he sentido aquí en todo momento, a mi lado, y te doy las gracias eternamente por quererme y apoyarme siempre, y por este legado tan maravilloso que me dejaste, nuestras hijas. Para ti, mi estrella. Te quiero.

QUE VIVA SAN FERNANDO

QUE VIVA SAN JOSÉ

QUE VIVA LA PURÍSIMA

QUE VIVAN LOS MAYORDOMOS

QUE VIVAN LOS COSTALEROS

QUE VIVA MONDRÓN Y VILO

En Mondrón, a 27 de mayo de 2023





PREGÓN A CARGO DE Dña. PALOMA DÍAZ PÉREZ