EL  CHORRO DE  LOS PEDERNALES
                                                      (la fuente de la discordia)
LA VIÑA,  LOS MARINES,  LAS ROZAS Y SUS CORTIJOS
(evolución social y económica, anécdotas y curiosidades)
                                                                   
   LUCHA, CÁRCEL, JUICIO Y VICTORIA FINAL
( el valor  y coraje  de unas mujeres)
1
El ENTORNO GEOGRÁFICO
    
 Conocido popularmente como El Chorro de los Pedernales, existe en la 
ladera norte del Cerro de Alcolea un modesto manantial que enviaba sus  
excelentes aguas al conocido río de Sábar. Tras un serpenteante 
arroyuelo de escasos metros, allí se mezclaban con las propias de este 
río para confluir  más abajo con las procedentes del Guaro y  acrecer el
 aporte  de aguas  a la Presa de La Viñuela. Pero nótese que hablo en 
tiempo pasado, y esto es así, porque desde hace unos años las aguas de  
esta fuente unidas a otras procedentes del caudaloso manantial  El Batán
 se destinan al abastecimiento domiciliario de las barriadas La Viña, 
los Marines, casas y cortijos diseminados por la extensa comarca 
conocida como Las Rozas, situados todos ellos   en la Alta Axarquía. 
        
 Próximas a ésta manan   otras fuentes — Las Vegas  y  Rajaestacas— que 
no pueden competir con El Chorro ni por la cantidad ni la  calidad de 
sus aguas. Estas se destinan hoy  a otros usos, como el regadío de 
pequeñas parcelas cercanas  a las mismas, cuando su caudal, casi siempre
 escaso o nulo,  lo permite. En tiempos lejanos se utilizaban asimismo  
como abrevaderos para  el ganado, y cosa curiosa, en sus frías aguas 
bullían   muchas “sanguijuelas”, que se adherían a la boca  de 
estos mamíferos — caballerías, vacas, cabras, etc. —, para alimentarse 
de la sangre que succionaban a los mismos, formando una especie  de ecosistema o comunidad
 de seres vivos dependientes las primeras de los segundos... Cuando 
estos animales se aproximaban a las pilas de las fuentes o bebederos, 
acudían instintivamente como “nubes” para introducirse en la boca de los mismos y adherir  sus “ventosas”
 a las   mucosas para succionar o chupar la  sangre… Y como éstos  
animales han desaparecido de la zona por las razones que  expondré más 
adelante, también lo han hecho las sanguijuelas, rompiéndose el 
ecosistema o comunidad que les aseguraba el alimento necesario para 
mantenerse vivas… Sucede lo mismo que con las aves carroñeras: 
también éstas han desaparecido de nuestro entorno geográfico al 
desaparecer los cadáveres de animales muertos de los que se 
alimentaban…O las granívoras—como el gorrión—,  asimismo  en recesión al disminuir   los sembrados de cereales en cuyos granos hallaban el sustento.
         
 La Fuente de El  Chorro ha sido determinante para el  nacimiento  y 
desarrollo de las barriadas antes citadas. De la misma manera que el 
viajero griego Herodoto acuñó  la conocida frase “Egipto es un don del Nilo” —como se lee en casi todos los textos de historia universal—, podemos afirmar  que  estos caseríos  son “un don o regalo”
 de tan importante  fuente… El  milenario país africano  surgió  gracias
 a  las periódicas crecidas   portadoras del limo fertilizante  
contenido en las  aguas de este histórico río, y nuestros caseríos— 
hechas las pertinentes salvedades — por las aguas de este también 
histórico manantial…  Sin su existencia,  tanto el  crecimiento como la 
 prosperidad de los mismos  hubiese  sido muy  diferente, o tal vez, ni 
siquiera hubiesen surgido, pues la  experiencia  nos dice que los 
asentamientos humanos han tenido lugar  en las proximidades de un río,  
fuente o manantial  de agua potable. Esto  siempre, o casi siempre, ha 
sido  así,  como nos lo enseñan la geografía y la historia… 
                                              
                                                                                                          
 Fuente del chorro actualmente 
    
 El entorno de la misma  es conocido tradicionalmente como Las  
Canteras. Éstas se denominan así   por ser   una zona rocosa donde 
abundan las piedras de sílex natural o pedernal, de color gris, 
mezcladas con las calizas propias de nuestro paisaje kárstico o 
formación caliza producida por la acción disolvente de las aguas. Es 
precisamente la existencia de las piedras de perdernal lo  que hace  que  este montículo se conozca con el topónimo  de El Cerro de Los Pedernales (729 m de altitud), próximo a la confluencia de los ríos Sábar  y Guaro. Su  punto más elevado  hace de magnífica atalaya  desde la que se  puede contemplar un amplio y  bello paisaje de pueblos, caseríos, casitas dispersas, montañas y mar…
Cortijo Los Pedernales en los años 60 
   
   Desde tiempos prehistóricos  y hasta finales del s. XIX,  existió en 
este lugar una importante industria lítica, con numerosos talleres para 
la explotación de estas piedras  de  sílex. Fueron muy diversas sus 
aplicaciones, entre otras, la fabricación de hachas pulimentadas—hombre neolítico—, piedras de fusil
 para armas de fuego en tiempos históricos  más cercanos, etc. No es 
difícil encontrar algún ejemplar de estas “hachas” en las tierras de 
labor próximas a las  mencionadas canteras, pues   ya el hombre 
neolítico trabajó el pedernal en este lugar. Debió ser éste un hábitat 
privilegiado, tanto por el agua como por el clima, para  el desarrollo 
de la vida humana, como prueban los importantes  descubrimientos 
arqueológicos realizados en  los alrededores más  cercanos por  
conocidos especialistas en la  materia. 
     Como
 mera curiosidad, diré que,  aproximadamente hasta los primeros años  de
 la  década de los 30 del s. XX, nuestros campesinos fumadores —mayoría—
 usaban    pequeñas lascas de  este pedernal  para prender la yesca—elaborada artesanalmente  por ellos mismos con los tallos  de cardos  yesqueros
 (secados al sol, retorcidos, encenizados y machacados con mazas como se
 hacía con el esparto…) —  mediante el brusco roce con las aristas  de 
las  artísticas cajitas de acero y tapa de cobre,  que a modo de 
mecheros, existían al efecto, y que eran   utilizadas    también   para 
guardar la yesca. El rápido  roce del eslabón
 acerado  con el pedernal producía  las chispas necesarias para iniciar 
la combustión  de  los cardos previamente preparados. Esta práctica era 
muy común entre  el campesinado de nuestra comarca. 
         Encender
 el cigarro,  parsimoniosamente, sin prisas, como ellos, sabiamente,   
solían vivir la vida, extraído el tabaco de la clásica   petaca de cuero
 y   liado a mano en el fino papel separado del  librito
 —ensalivado después para pegarlo—, unido todo ello al agradable  aroma 
desprendido por la lenta combustión de   la yesca —con olor  a incienso 
—,  constituía   un ritual litúrgico digno   de ser incluido en nuestro 
acervo común de  hábitos  y costumbres populares, merecedoras, como 
otras tantas cosas, de no caer paulatinamente  en el olvido, esa oscura 
tumba donde  yacen cada vez más alejadas del  recuerdo.
         Y
 para más singularidad, muchos de ellos cultivaban sus propias  matas de
 tabaco, camufladas, eso sí, entre los maizales  y plantaciones 
hortícolas  para evitar ser localizadas por la vigilancia  del   monopolio imperante
 y librarse así  de la sanción correspondiente, que podía ascender a 
cantidades elevadas  para  su tiempo, dependiendo  del número de matas 
sembradas y del uso —propio o comercial—  que se pretendiera dar  a las 
mismas…                                  
2
CONTEXTO HISTÓRICO Y USUARIOS  DEL AGUA
     Históricamente
 se encuadran los hechos que voy a relatar en el llamado bienio radical-
 cedista (1933- 1935) de la II República Española. Es de notar el 
protagonismo alcanzado por  la mujer en este período de nuestra historia
 al recocerse constitucionalmente el sufragio femenino en 1931, derecho 
ejercido por primera vez en las elecciones de 1933.  La historia de su  
marginación social  hasta tiempos no muy lejanos  es  tan conocida que 
resultaría una obviedad cualquier  comentario al respecto… Traigo a 
colación  cuanto antecede porque así se comprenderán  mejor algunas 
actitudes y comportamientos   posteriores de varias de estas mujeres en 
su brava lucha en   defensa  del agua.
     De las aguas de esta fuente se abastecían  para el consumo doméstico no sólo las antes citadas barriadas de La Viña y Los Marines,
  núcleos  entonces de cierta entidad poblacional,  cercanos entre sí, y
 próximos ambos al mismo nacimiento de El Chorro, sino  también los 
habitantes   de los cortijos  Colodra, El Terrado, Veleta (hoy 
acreditado restaurante), Caracol, El Marqués (ocasionalmente) , Los 
Corralillos, Tormenta, La Herriza Blanca,  Las Pencas,  Rasca, Venta de 
Marrullero, Loma de los Tres Cortijos, Pepe Alonso (ocasionalmente), Las
 Mezquitas,  Los Goros, Alcántara y caseríos como Los Molineros, Haza 
del Río, Las Tajoletas, amén de algunas viviendas diseminadas. 
          Este
  conjunto de cortijos y viviendas dispersas  acudían  de forma 
esporádica u ocasional, y obligadamente,   cuando los  pozos propios se 
agotaban o se convertían sus aguas en salobres,   no aptas  para el 
consumo humano. En esta situación, iban  a la fuente con sus  
caballerías, en ocasiones,  hasta tres veces al día…Las  haciendas con 
mayor número de habitantes y necesidades de agua   disponían de un 
trabajador — el aguador— dedicado exclusivamente a esta tarea o labor.
              Me
 cuentan una curiosa anécdota relacionada con el agua,   sobre un 
incidente   acaecido en  La Venta de Marrullero. Acabada la guerra civil
 existieron en nuestros  campos y montes  los llamados maquis o guerrilla antifranquista.
 Para combatirla se establecieron en algunos cortijos destacamentos de 
la guardia civil. Tal era el que había en La Venta de Marrullero, a cuyo
 mando se encontraba  un capitán. Y un día  acertó a pasar por allí un 
buen  hombre— era su camino — con dos mulos,  procedente del lejano 
cortijo “La Malena”, en Colmenar, con destino a  La Viñuela,  para calzar o poner rejas nuevas a  unos arados en la entonces renombrada  fragua de Juan Frías. 
   
         Esta
 emblemática fragua merece una especial mención por su conexión con la 
agricultura de nuestra extensa comarca. Era  el taller de herrería  
—diría que uno de los pocos— que había en la  Axarquía, fundado por  Juan Frías Delgado
 en 1919, experto  maestro en  el arte de la forja. Fue sucesor suyo su 
hijo Juan Frías Cabello, que continuó el exitoso negocio paterno hasta 
1990.
 
                     Juan Frías Cabello, en el Taller de la Viñuela, punto de referencia de labradores y pequeños industriales de la comarca.
         A este taller acudieron —durante los 70 años de su larga existencia— labradores de todos nuestros campos a reparar sus aperos
 o herramientas propias de la labranza en aquellos tiempos: arados de 
vertedera, rulos para trillar, bieldos de hierro, ubios de tubo,  
azadas, almocafres y demás útiles para el laboreo  del  campo… 
         También
 trabajaba con éxito cuchillos, llaves, rejas de ventanas, defensas de 
balcones,  herraje para  almazaras,  molinos harineros  y   otras  
pequeñas industrias agrarias…
          En
 la portada de su  taller era frecuente observar  numerosas  caballerías
 amarradas a los troncos de los corpulentos eucaliptos que existían en 
los alrededores,  mientras los dueños de las mismas hacían  turno de 
espera para que les reparasen  sus arados o herramientas. Fueron    
clientes suyos la mayor parte de los cortijos de la Axarquía y demás 
casas de labor del entorno, incluso de provincias aledañas, como la 
granadina… 
         El fogón,  el fuelle, el pilón de agua, el banco de herrero, el yunque,  las tenazas, los machos, martillos y tornos
 de la fragua  de Juan Frías eran  tan conocidos  y familiares a los 
labradores y pequeños industriales  de la comarca como los instrumentos 
de sus propias haciendas... En ocasiones no daba abasto para atender a 
la numerosa clientela que  depositaba en él su confianza. Seguro que su 
fundador no sospecharía el éxito que en el futuro habría de alcanzar el 
negocio por él creado.
           Cuando
 la agricultura tradicional entró en declive en nuestra amplia comarca, 
como indico en otro lugar de este artículo, Juan Frías y su hijo 
sucesor, tuvieron la visión comercial de derivar el negocio hacia las 
nuevas actividades que irrumpían  con fuerza, como la construcción, 
realizando trabajados en su taller con destino a  esta actividad. Y así 
hasta 1990, año en que cerró sus puertas definitivamente, como señalo 
más arriba.
        No
 he podio  soslayar hacer una especial mención  de  esta representativa 
 empresa  de La Viñuela, industria que  divulgó  como nadie el nombre de
 este pueblo por todos los rincones de nuestra provincia... La Viñuela y la fragua de Juan Frías
 fueron dos términos  asociados  durante muchos años en la mente del 
pueblo. Eran como sinónimos el uno del otro… Pronunciar el nombre de La 
Viñuela nos hacía evocar, como por asociación  de ideas,  el del maestro
  herrero  Juan Frías, y viceversa…   
      
    Raro era el problema para el  que la fragua   que regentaba este 
experto  profesional  no hallara  la adecuada solución. Por su servicio a
 la agricultura de la época, singularidad y pericia en el arte de la 
forja, hago, como acto de debida justicia, este breve comentario. 
Existen nombres que la pátina del tiempo no puede ni debe borrar, y  
menos, cuando como en este caso, contribuyó a popularizar y promocionar 
más que nadie, el nombre de tan pintoresco pueblo como es  La Viñuela…
    
       Nótese
 — retomo el tema tras el inciso anterior— que para llegar a este 
destino  debía atravesar el labriego nada menos  que cuatro términos 
municipales…
             Visto
   por el capitán, éste lo obligó a descargar  los arados para 
sustituirlos por  las aguaderas con sus cántaros, y  dirigirse a la 
fuente EL CHORRO— distante unos 5 km—  por dos cargas de agua para el 
destacamento, gesto autoritario en sintonía con la mentalidad y el 
despotismo que se  respiraba  en el ambiente de la época... El hombre no
 tuvo otro recurso  que obedecer, aunque lógicamente a  regañadientes, 
como no podía ser de otra manera, dado el largo camino que había 
recorrido ya y el que aún le quedaba por recorrer hasta la fragua.…
                  Sobre este incidente, me  relata  uno de   los mayores de la zona,  vecino de Los Marines:
                                     Recuerdo
 que  pasó por aquí  con los mulos y los ocho cántaros en las aguaderas 
preguntando  dónde estaba  la fuente del Chorro,  echando por la boca  
más chispas que “los pernales”  del Cerro…
          
          Por
 las muchas arbitrariedades de toda índole  cometidas por este capitán— 
afectado del  tic autoritario propio de aquellos tiempos—, fue 
sancionado y trasladado forzosamente  a otro destino. Al menos, esto me 
refiere   gente de la  época y lugar dotada de esa excelente capacidad 
retentiva que caracteriza  a muchos de nuestros  campesinos a la hora de
 rememorar cosas del pasado...
                                                                  
                                                                        3
LA VIDA  ECONÓMICA Y SOCIAL  DE  LA COMARCA 
           No
 pocos de los cortijos enumerados anteriormente  se encuentran hoy 
deshabitados, y  sus  viviendas, en estado de ruina o utilizadas como 
segundas residencias. También, en algunos   casos, destinadas al turismo
 rural… 
         Sus tierras — “ tierras de  pan llevar”
 ,  llamadas así en el  pasado— , se  cultivaban  con  esmero,  se 
araban  con la clásica  yunta de vacas o caballerías— el tractor aún no 
había aparecido por aquí —, y  se sembraban  a manta o a voleo, los garbanzos, “pintados”
 de uno en uno o de dos en dos.  Después se  labraban  con el escardillo
 o almocafre para erradicar las  hierbas más nocivas: era la escarda, labor que solía hacerse dos veces al  año en el mismo sembrado… 
         Al
 cambiar el signo de los tiempos, se abandonaron   hasta convertirse  en
 eriales o pastizales como los baldíos del pasado… Es las crisis de la 
agricultura tradicional que se inicia a partir de 1960 con el trasvase 
de población del campo a la ciudad… Ahora es difícil encontrar por aquí 
 un sembrado de cereales —de   leguminosas, menos aún— y cuando esto 
sucede, se hace pensando más  en la subvención comunitaria que en la propia  rentabilidad del producto en sí… 
 
Arando en Los Marines, año 1959
         Ya no se ven   gañanes en la besana —con las rústicas abarcas de goma de camión o cuero de bovino, liado  el pie en  el peal, amarrado éste  con  las calzaderas de pita o esparto
 — ni  yuntas de vacas con frontiles uncidas con las coyundas al  ubio, 
  ni arados de vertedera para surcar la tierra,  ni  segadores 
sudorosos, hoz en mano,  con  su  sombrero de palma soportando 
inclinados  la canícula del verano, ni consecuentemente, la  trilla  en 
la era triturando la mies  con el rulo de ruedas dentadas,  o de pie el 
muchacho  haciendo   equilibrios sobre la “tabla de cuchillas”,  
zurriago en  mano jaleando  a las caballerías… Todo esto pertenece  ya a
 un  pasado irreversible, cada vez más lejano, que no volverá  por 
representar una agricultura de subsistencia, hoy económicamente  
inviable, pero ello  no obsta para que sea recordado, y también, si se 
quiere, por algunos, añorado… 
   
       Sólo los  rodales o manchas verdosas  de las  nuevas plantaciones  de olivos foráneos reemplazando  a los viejos pegujales,
 introducen un cambio en el paisaje y anuncian la derivación  hacia  una
  nueva economía, quizá,  más productiva que la anterior, aunque el 
cultivo  del olivar tampoco invite, al menos por el momento, a 
demasiados  optimismos, si comparamos el precio en origen del aceite de 
oliva  y  costes empleados en las diferentes labores necesarias para su 
obtención…Todo ello conlleva que el precio de la aceituna esté muy por 
debajo de los niveles de rentabilidad deseados…
           De
 la misma manera,  la ganadería ha quedado reducida a su mínima 
expresión con algún rebaño testimonial de ovejas,  como el existente—me 
dicen— en el  cortijo Los Goros, y otros dos  de  cabras, en régimen de estabulación, en  el  cortijo Caracol, amén de algún pequeño hatajo de las mismas sin apenas entidad económica…
        La abundante y diversa  ganadería del pasado, con el sonar   de  sus  cencerras o collares de  campanillos,  y el crujir de las hondas de sus guardianes acompañados de su peculiar silbido, poniendo orden en la manada,  es sólo un nostálgico recuerdo  para algunos o una bucólica  estampa para los más  idealistas …
 
Francisco  Guerrero Madrona con su esposa, a caballo en el cortijo Los Pedernales
   
           Sus accidentados y viejos caminos de herradura, muy  transitados  en otros tiempos  por recuas de  arrieros
    de diversas procedencias y cargamentos, han sido reemplazados   por 
carriles   para la     circulación  de  vehículos con destino a algún 
cortijo o  para enlazar con la Carretera del Arco, de la que más abajo 
hablaré. 
        
      La
importancia económica y características propias 
que la arriería tuvo  en el pasado, tanto aquí como en otros
lugares de España— los arrieros maragatos—,
bien merece  una   mención especial por haber sido un oficio  de caminantes — calzados  con  la
popular  “alpargata de goma y lona”—, gente madrugadora que  animaba nuestros solitarios caminos con sus típicas
coplas y el  cascabeleo de sus acémilas…  Ellos, juntamente con otra actividad   que tampoco merece el olvido —los recoveros— visitaban cortijos y
aldeas, divulgaban  noticias, compraban y
vendían toda clase de productos, desde yesos
para la construcción —yeseras de Las Cuevas
de Comares— juguetes, telas, quincallas, huevos, gallinas, comestibles…
Eran los vendedores ambulantes.
     ¿Recuerda
alguien a  Joseico Buenos Aires, con su caballo y angarillas, repletas éstas de  
gallinas, pollos y huevos? Vivía en   Periana,
donde murió, y se dedicaba a la recova y venta de tejidos.  Era  el
más popular y  locuaz   de
todos los recoveros conocidos… ¡Cómo vendía  sus telas a las mujeres e intercambiaba con
ellas  gallinas y pollos…! ¡Y cómo lo
esperaban ilusionadas las mocitas casaderas  para que les mostrara los vestidos que traía y
las ropitas para el ajuar…! ¡Hasta novio prometía a las que no lo tenían y  deseaban  tenerlo, que eran  todas…!. 
     También
ejercía el oficio  propio de  “la cigüeña”
que traía por encargo los niños  a las madres
embarazadas…En otros tiempos y ambientes más refinados los niños venían de París, pero en estos  rústicos lugares  los traía Joseico Buenos Aires,  quien los 
compraba  en Vélez-Málaga y los
transportaba envueltos en las telas que vendía… Nunca garantizaba que fuese
niño o niña, ello dependía de las existencias del momento en la tienda donde
los adquiría… La ecografía tardaría
aún muchos decenios en inventarse… Esta misión 
tendría hoy poco éxito, pues los niños actuales, más perspicaces y menos
inocentes  que los de tiempos pasados,
conocen su procedencia  a poco de nacer,
pues la verdad nunca mancilla  la
inocencia…
        De
estos vendedores había algunos, viandantes,
que  ofrecían sus productos —juguetes
para niños— en una canasta de asa única  colgada del 
brazo… 
    Permítaseme
un singular recuerdo para el bueno de Andrés…
Era de Benamocarra, y visitaba nuestros cortijos y caseríos, siempre a pie —calzado,
recuerdo, con  sandalias de goma de camión— con su canasta repleta
de  figuritas de barro, casi todas de
animales... Era tenido como el rey mago de los niños de entonces, entre los que
me contaba… Las madres nos decían:  
        --  Si eres bueno, cuando venga Andrés, te compro
una mulita o una vaquita. ¿Qué te gusta más…?.
        — La
mulita…
       Y los niños soñábamos con la venida de
Andrés como sueñan ahora con los generosos Reyes Magos… y éramos felices hasta
con una mulita o una vaquita de barro
con patas de alambre, traídas  por
Andrés, Andrés  El de Benamocarra… 
      
Un dato anecdótico  sobre Andrés:
Tuvo varios hijos e hijas,  y  a todos los bautizó  con el nombre de algún niño o niña  conocido 
por él en su itinerario de ventas. 
Tal es el caso de su hijo Segundo
— vive en la actualidad en Benamocarra— quien, precisamente,   tomó el nombre de la persona  que esto escribe… 
     Los que conocieron  esta bulliciosa y poblada, incluso rica,  comarca,  y la  contemplaran  ahora tan silenciosa y  despoblada, 
seguro acudirían a su mente  los
conocidos  versos de Rodrigo Caro: 
… campos de soledad, mustio collado,
 fueron un tiempo Itálica famosa.
    El
transporte del agua se hacía a lomos de caballerías provistas de aguaderas de
esparto o pletinas de hierro, con cuatro departamentos, en los que se
introducían sendos cántaros de cerámica o, a 
veces también,  garrafas de vidrio
utilizadas antes para bebidas alcohólicas. Los cántaros se cubrían  en verano  con sábanas blancas para evitar que los rayos
solares calentasen el agua durante el transporte.   Era lo
típico. Los recipientes  de  plástico no se conocían  aún. Vendrían  después, como otras muchas cosas…
      
En   las viviendas más próximas a
la fuente, como las de  La Viña, las mujeres solían
transportar el agua con el cántaro de barro al cuadril— era un arte—,
y a veces,  también con el botijo  en la otra mano… Esta escena  nos recuerda 
bellos cuadros, como  La
 Aguadora, de Goya, sustituyendo en este caso el botijo
por el canastillo…
        
                                                                                                           La Viña   
     En mi niñez contemplé esta  estampa   más de una vez: aún retengo en mi mente la
imagen de  su cansino  caminar, cubierta la cabeza con el clásico
pañuelo —casi siempre, no sé por qué, de color negro… —   a
través del erial La Cucharona,
portando el agua por la estrecha vereda que unía sus casas con El Chorro.
El  ocasional cruce  con alguna vecina era ocasión para una larga conversación
entre ambas, sin bajar el cántaro del cuadril, como si éste no les pesara,
probablemente  comentando algún intrascendente  hecho o dicho de la chismografía local. Las
aguadoras y lavanderas eran como las portavoces  de la comarca… 
     Estas mujeres estaban muy habituadas a  la  labor   de aguadoras, como complemento a otras faenas
propias del hogar, asignadas a ellas por tradición. Las jóvenes de hoy, probablemente,
no sabrían llevar el cántaro al cuadril
con el garbo y airosidad con que solían hacerlo sus abuelas, por la falta de
práctica  en el oficio debida a la nula
necesidad de este transporte.
     Aquí
casi nunca se cumplió  el sentido  literal del refrán “tanto va el cántaro a la fuente que al final de rompe”, pues era
raro se produjese algún  accidente,   y menos ver fragmentos o cascos de  cerámica en el camino…Hasta para esto era proverbial
el buen hacer de nuestras abuelas…
     Las pilas de la casi generalidad  de las fuentes de la época, esculpidas  a mano por los canteros  a
golpe de machota  y puntero acerado   en
piedra caliza, presentan la huella de siglos por el incesante roce  o deslizamiento de los cántaros de cerámica
tras su llenado en los caños. Testigos mudos ellas de penas, sufrimientos,
alegrías, verdades, mentiras, confidencias, 
chismorreos, amores y amoríos…Y nada digamos de las losas de los
lavaderos públicos— ¡éstas si que  oyeron
cosas¡—, pulidas y alisadas ellas por el continuo frotar con los puños  la ropa enjabonada… Todo se contaba y
comentaba en estos sitios. Eran como “los mentideros”  locales de la época…
    ¡Cuántas cosas sabríamos hoy
si las piedras de las  fuentes y
lavaderos públicos  —propios  de nuestros pueblos—  hablaran y nos contaran lo que durante
siglos  escucharon, y mudas, callaron…! ¡Cuántas  confidencias nos harían,  y cuántos mitos y altas torres no caerían,  al declarar como mentiras lo que sólo fueron  falsas verdades, y como  verdades, lo que sólo fueron falsas   mentiras…¡. Y también, a honrar al que no
mereció ser deshonrado, y a  descubrir al
farsante que no mereció ser encomiado… 
     Aunque, tal vez, algún día
venzan a los mágicos poderes que las petrifican, enmudecen   y “encantan”,
y siguiendo al romancero,  se animen a contar  lo que    vieron, oyeron y durante siglos silenciaron:      
Cosas tenedes, el Cid,
que farán  fablar las piedras.
         Los
cortijos antes relacionados  disponían de
pozos para abastecerse de agua destinada a la limpieza y como abrevaderos para  la abundante ganadería que muchos de ellos
poseían. También se destinaba esta agua  al consumo humano, pero al final del verano bajaba
notablemente  su  nivel hasta  agotarse  y sus aguas se hacían  muy salobres al aumentar su concentración  en 
sales,  sobre todo si habían
sido  excavados  en tierras de asperón. Esto  motivaba  que disminuyera su potabilidad y no  fueran aptas  para beber y cocinar. En  estas circunstancias  era cuando  acudían  más 
frecuentemente  a la fuente de El
CHORRO para aprovisionarse de  agua fresca
 y  de buena calidad. 
   
 Estos  pequeños embalses se llamaban —y continúan
llamándose— perezones, aunque
el  término, muy  usado 
por aquí,  no lo registra el
diccionario de  la RAE. Tampoco lo recoge el conocido popularmente como  el  CORAMINAS… Ignoro si  esta
palabra se  escribe así, no lo sé, pues
nunca la he visto impresa  en ningún  texto solvente… Probablemente se trate de un
localismo o, mejor, regionalismo,
pues la he oído también en alguna otra provincia andaluza con diferentes
acepciones, aunque todas ellas relacionadas con el agua… No es descartable
tampoco pueda tratarse de la  deformación
popular de la palabra  presa en su larga  evolución en el medio rural o  de una construcción anómala sin etimología
conocida…
     Hasta
donde yo sé, en Periana existen varios  perezones más —también llamados así —
de gran capacidad  cada uno de ellos que,
a modo de albercas terrizas, se utilizan para regar en verano, y aprovechan
para su llenado tanto   el agua de la lluvia como  la de las acequias. Modernamente, algunos de
estos perezones están siendo
plastificados para evitar filtraciones y retener la mayor cantidad de agua
posible para cuando sea necesaria su utilización.
    Insisto
 en esta cuestión —a pesar de
reconocer  su intrascendencia—   porque hace escasos meses se debatió en la red de redes, entre conocidas personas
de nuestro entorno, el origen del  término,
basándose precisamente en el  caso
concreto de este  perezón, observado in situ
y  propuesto   como tema de debate  por la más
laboriosa, omnipresente  e infatigable
divulgadora de las internautas. Yo
añadiría algún adjetivo más: omnisciente,
porque está tan bien informada, que lo sabe casi todo… ¿Cómo se entera?  ¿Qué fuentes secretas de información tiene?  No lo sé, pero parece una  Agencia de Noticias… Se mueve siempre como los paparazzi: ojo avizor, cámara en mano, a la caza de  la noticia y  disparando fotos  a derecha e 
izquierda… Como los  “reporteros”
de los grandes diarios… Y todo ello con pulcritud, delicadeza, veracidad  y respeto a la intimidad de las personas. 
   
Alguien tendrá  que hacerle
justicia  algún día reconociendo,  al menos,  sus inestimables servicios al pueblo… Nadie
antes que ella divulgó y promocionó más y mejor el nombre de Periana por todas las
plazas y foros del mundo… ¿Saben a quién  aludo? ¿Conocen su “portal”?.  Adivínelo el
lector. Es fácil identificarla, porque ella parece gozar del especial don  de la ubicuidad,
es decir, capacidad  de estar
presente al mismo tiempo en   sitios distintos ocupada en  cosas diferentes, y 
además, haciéndolas  todas bien…
                                                           4   
REGANTES, MOLINEROS Y  GANADEROS
        El ganado, muy numeroso en aquellos tiempos  y  perteneciente 
a diversas especies,  transitaba   sediento
por estrechos caminos y atajos  hasta las
pilas  de los pozos, y cuando estos se
agotaban, se dirigían a las  pozas del
río, levantando tras sí densas polvaredas visibles  desde algunas de las  más elevadas 
calles  de nuestro pueblo. 
        En los años de lluvias escasas, el estiaje
o caudal mínimo  a final de verano solía
ser  tan pronunciado, que las pozas  carecían de agua  para 
que abrevara tan abundante 
ganadería.  Era entonces  cuando 
la  desaparecida  Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos de Periana—
cuya jefatura la ejercía eficientemente por  aquellas fechas Bartolomé Clavero Núñez, Bartolomé—,
cumpliendo este organismo con una de sus finalidades, intercedía  cerca de la  Junta de
Regantes  de la Acequia de  Mondrón- Vilo para que se abstuviesen
voluntariamente  de regar  y dejaran ir 
las aguas  río abajo   hasta llenar las pozas… Este gesto solidario
lo solicitó y  alcanzó en varias  ocasiones  mediante 
sus   persuasivas formas y peculiar
don de gentes… Como persona, gozó de gran estima en el pueblo tanto por su
afabilidad  como por su disposición a
intermediar en todo cuanto redundara en 
beneficio de  sus convecinos…
       Esta
cesión temporal  representaba un gran
sacrificio para los regantes, pues  la
mayoría de las tierras de esta comarca se sembraban por aquellas fechas de  “habichuelas”,
 legumbre que se regaba “a manta”, conducida el agua por
cuidados surcos,  con riegos abundantes
y  muy frecuentes,  para que la cosecha fuera óptima en cantidad
y calidad… Además, era una de las plantaciones más sociales en tan
proverbiales  tiempos de miseria y  penuria económica…
       Aprovecho
la ocasión para decir que  las
habichuelas o alubias de Mondrón  fueron
tan afamadas en su tiempo  como las de La
Bañeza (León) o los garbanzos de Alfarnate, mencionados  y valorados  estos últimos 
 por el escritor  egabrense Juan
Valera en su novela Juanita la
Larga… Lamentablemente, ni las alubias de Mondrón ni los garbanzos de
Alfarnate se siembran desde hace décadas por su difícil mecanización  y elevado coste en  mano de obra…
           
    
        
       No obstante, la simulación , y
consiguientemente,  la desconfianza de
los regantes, también existían: a veces, se sospechaba que los ganaderos
alegaban las prioritarias necesidades del ganado para regar sus tierras,  y los molineros,  conseguir  que los cinco molinos harineros  de  la
ribera, aguas abajo de la “junta de los ríos”, —Balastrera, Broches (después Domingo Vallisco,  y por último, Antonio Báez “ Vicente) , La Puente, José el Cojo (Osecojo) y El Algarrobal — muy activos 
 en la época del llamado estraperlo,  utilizaran la fuerza motriz del  agua para mover  sus 
pesadas piedras  y continuar
moliendo el  trigo —negocio sumamente  rentable en los tiempos de referencia—, es
decir, pretendían, como reza  el dicho popular,
“llevar el agua a su molino…”.  
         Uno  de estos molineros,  Juan Ruiz, apodado  Balastrera, se hizo  muy
popular  por sus  dichos,
 sentencias y chascarrillos… También
por sus aventuras amorosas, algunas,  muy
comentadas y rocambolescas, fueron  recogidas en sus coplas por las comparsas de
turno… En Periana alternaba con la élite  del pueblo, derrochando, más que gastando, el
 dinero… Con estos mismos amigos de “taberna” —  personas de la máxima relevancia social y
económica de la localidad— se desplazaba a la ciudad de Málaga, donde en “juergas y borracherras" dilapidaba
el dinero  que obtenía en  el molino en  tiempos de tanta  bonanza económica… Y no  sólo satisfacía sus propios gastos y
consumiciones,  sino  que  también pagaba espléndidamente los de sus
acompañantes… Él sabía que el pueblo de Periana censuraba sus actitudes y
comportamientos. Por ello repetía frecuentemente esta frase: 
           
           La gente de Periana dice que conoce a
Juanito Balastrera, pero Juanito Balastrera también conoce  a la gente de Periana…
     Era 
la única persona del entorno suscrita —lo cito como  mera curiosidad— a un periódico en   tiempos donde la lectura de la prensa era
poco habitual… Y las restantes lecturas también…  Las noticias que  conocía las transmitía  a sus clientes, visitantes del molino y
tahona, y  también a los compañeros de
taberna…Pasaba  por ser una persona  bastante 
bien informada, ideológicamente 
de tendencia progresista, para su tiempo y circunstancias…   Murió en la pobreza, pero asistido por sus
familiares más directos… Es  lo que  suele 
suceder  en  estos casos de  excesiva prodigalidad y  dispendio… Una consecuencia del dinero fácil…     
      Estos
modestos molinos  harineros  cesaron en su  floreciente  actividad hace bastantes años por falta de
materia prima, pues apenas se producen cereales en la zona. Tal vez  hubiesen desaparecido también  por la competencia de las grandes  industrias harineras, dotadas de maquinaria
más moderna,  con las cuales no podrían  haber competido ni por la  calidad ni precio del producto.  Por estas razones, los encontramos  hoy abandonados y en estado de ruina o, en
algún caso, utilizados como vivienda…
      Hay  que
 precisar que moler trigo y abrevar el
ganado no eran  cosas incompatibles entre
sí  por el nulo consumo de agua por parte
de los molinos.  No así el regar huertas…
Por este motivo, las suspicacias y reticencias eran tan  frecuentes 
como   inevitables, y en no pocas
ocasiones, las  meras sospechas dejaban
de  serlo para transformarse en certezas…
     Estos problemas coincidían siempre con  los años de la llamada pertinaz sequía, término muy utilizado  por el franquismo y  divulgado 
a través  de  su diario “NO-DO”,  exhibido obligatoriamente en las pantallas de
todos los cines,  para divulgar sus
logros  y  distraer la atención de la gente   apartándola   de  la
tentación de inmiscuirse en temas políticos… Esto era lo que realmente  preocupaba al dictador… No obstante, es
verdad que en  aquellos años  los llamados ciclos de sequía parecían más 
largos  y persistentes que ahora,
y en no pocas ocasiones, verdaderamente angustiosos… Tampoco la información
meteorológica  que se tenía era tan precisa
y exacta como la actual.
        Existían    vados
en el río muy utilizados  para el
paso  de  peatones o como bebederos para el ganado: La 
Calaína, Colodra,   El Algarrobal,
Fuente Mulero, etc.
       
                                                    
                                                                      
Cortijo Colodra
        
        Los  pozos eran muy numerosos en todas Las Rozas,
pero existía uno en la
 subcomarca La Morra— conocido como el Pozo la Perdiz— que merece el honor de ser citado por
su nombre, pues  constituía  una excepción por la excelente  calidad de sus aguas. Obviamente, era el más celebrado
 y utilizado por los campesinos. Hace
pocos años  quedó muy afectado, casi
destruido y  dispersadas  sus aguas,  por las obras realizadas con motivo  del trazado de la  Carretera del Arco, pero
después fueron concentradas de nuevo— a petición del propietario— y recuperadas
para su uso, gracias al interés demostrado en su día por el  Ingeniero
Director de las obras de esta 
carretera, don Manuel Miranda,
a quien agradezco  la información que tan
amablemente me ha facilitado sobre el tema que comento, no obstante  haber transcurrido tantos años desde su
finalización. 
       En la actualidad, las aguas de este
renombrado pozo no se destinan  al consumo
humano por   disponer las viviendas cercanas de agua
potable de excelente calidad procedente de la controvertida fuente El Chorro y
el manantial El Batán, como aludo antes  y explicitaré al final. 
          El
agua, tanto  para consumo humano como
para el ganado, se extraía de estos 
pozos mediante  un cubo de
aluminio u hojalata, a  modo de  solitario cangilón, elevado por una garrucha o
polea fija accionada por el aguador. En otros 
casos,  simplemente  tirando de él con una cuerda… Cuando el agua
se destinaba para que el ganado abrevara, esta se vertía en unas pilas construidas
al efecto. Cuanto más profundo era el pozo, obviamente  más esfuerzo humano requería. Pero por lo
general, su profundidad  era escasa, pues
se excavaban a mano y después  se
revestían interiormente  con  piedras calizas. Pensar en motores eléctricos
para la elevación del agua  era en
aquellos tiempos  algo inalcanzable...
Baste decir que ni siquiera  las viviendas  de los cortijos contaban aún  con electricidad. Esta  llegaría 
al pueblo de Periana en  1912, y tardó  varios lustros   en ser llevada hasta los caseríos más
importantes: Los Marines,  Mondrón, Vilo, Baños de Vilo… La
electrificación rural plena fue tan lenta —y costosa— que aún existen cortijos
que han tenido que recurrir a la nueva tecnología de “las placas solares” por ser éstas económicamente más asequibles… Cito
un ejemplo: el Cortijo La Cueva, también 
en  la Axarquía…
       Por tanto,  el  candil,
el farol o el quinqué eran   los únicos medios disponibles  para alumbrarse de noche… Y el canto del gallo
o bien el Lucero del alba,  el reloj que advertía a los soñolientos
gañanes  la hora de pensar las vacas por las madrugadas, y al resto de trabajadores los
invitaba a desperezarse para iniciar sus faenas antes que despuntara el sol… Cuando
el cielo estaba nuboso,  ante la
imposibilidad de observar el Lucero, los gañanes subían  en una estaca  del tinado o establo un gallo sacado del
corral para que con su  quiquiriquí mañanero les anunciara la
proximidad del nuevo día…
      El gañán que en el Cortijo de Colodra cuidaba las vacas se apodaba  Miel
Blanca, y los compañeros de  cortijos aledaños  le cantaban esta copla:
                       Cuando
cantan los gallos — es señal de que viene el día—y se levanta Miel Blanca—a “pensar”
su vaquería…
      Asimismo, la información y relación con el
mundo exterior dependía casi únicamente de las noticias transmitidas por  arrieros, recoveros, buhoneros y demás
transeúntes que pasaban por allí  o por
los soldados que volvían de “la mili”…
Al carecer  de  electricidad, tampoco existía la radio. Los “transistores”
de pilas aún no se habían inventado…Y pensar en el teléfono  hubiese sido 
una quimera…
        Todo  ello cargado de primitivismo, pero a la vez
expresivo  de  hábitos y formas  de vida 
aceptadas  como normales en su
tiempo… Es posible que algún lector se sorprenda  de costumbres 
tan arcaicas en los  albores del
s. XX. Esta era la realidad…
        No
piense nadie que se sentían más infelices o esclavizados que los hombres de  comienzos del s. XXI… Desconocían otras formas
de vida, y  ya sabemos  que  “no se añora lo que nunca se  conoció...”. En la vida todo es relativo…
Pero no son pocos también los que aman más lo que conocieron— y no olvidaron—
que lo que conocen  ahora y tal vez
deseen olvidar…
        Hay 
cosas que nunca son absolutamente malas ni absolutamente buenas. Todo
es, como dijo el poeta,  “según el color del cristal con que se mira…”.  La psicología humana es más compleja de
lo que a simple vista pudiera  parecer, y
que la  conocida  frase   “el
corazón tiene razones que la razón desconoce” sigue siendo verdad desde que
la pronunciara   Pascal  hace más de tres siglos…
5
EL CONFLICTO
       El llamado Cortijo de los Pedernales, en cuyas
tierras se encuentra la fuente de la discordia, EL CHORRO, tenía  como propietario a  Rafael
Guerrero Muñoz, vecino  de Riogordo.
Este hombre era  el mayor  terrateniente de la Axarquía. Ser
terrateniente en aquellos  tiempos  otorgaba 
prestigio, relevancia social  y,  en cierta media,  poder e influencia… Eran los envidiados ricos
de entonces… Como dato ilustrativo, diré que 
tuvo seis hijos y a  cada uno de
ellos legó un cortijo. Solamente en el término municipal de Periana  poseía 
tres, limítrofes entre sí: La Callejona, El Cerro y
Los Pedernales, cuyas  tierras  bordean el Cerro de Alcolea  por los cuatro puntos cardinales. Puede afirmarse
que este montículo  era  prácticamente posesión suya… 
 

 
        
Rafael Guerrero Muñoz, dueño de
los Cortijos La Callejona, El Cerro y Los Pedernales
        
     Fue éste un hombre muy  activo, especialmente experto y  habilidoso  
para las cuestiones  relacionadas
con la agricultura  y la ganadería,
sectores en los que cosechó grandes éxitos, como prueba el extenso patrimonio
conseguido a base de constancia, esfuerzo y trabajo… Hay que decir también que
la coyuntura  económica era en aquellos
tiempos muy favorable para la creación de fortunas de este tipo, aunque no
todos supieron aprovechar ocasión tan propicia…
    Cito una anécdota que sintetiza el concepto
que sus paisanos tenían de Rafael: Éste enviudó relativamente joven, y casó en
segundas nupcias con una hermana de su anterior esposa, cosa posible, pero  no demasiado frecuente… Así resultó que los
hijos del primer matrimonio y los  habidos 
en el  segundo, eran entre sí,
además de hermanos de padre, primos hermanos…
       Los más irónicos del pueblo,  comentaban:
   
     — Es tan
económico,  que se ha casado con la
cuñada para ahorrarse una suegra…
       Los tres cortijos, ninguno de ellos
pertenecientes ahora  a la familia Guerrero,
  son extensos y productivos, más hoy que antes,
al ser cultivados con criterios 
empresariales más modernos.   Y
uno de los tres— Los Pedernales—, reconvertido con acierto en una moderna   dehesa acotada  donde pasta una abundante y variada ganadería
que añade  un  aspecto de paisaje cántabro a  la
comarca, donde  es  infrecuente ver este tipo de extensas  explotaciones ganaderas en régimen de libertad.
 
     Todos los signos de riqueza que
conllevaban  las posesiones rústicas
desaparecieron como una consecuencia    más 
del trasvase de población  del
campo a la ciudad, con  la consiguiente
pérdida de  peso del sector agropecuario
en beneficio del industrial y el de  los
servicios.
      A escasos metros de la fuente  El 
 Chorro existe una extensa  y fértil parcela denominada   Huerta
de los Caros.  Ésta formaba y forma
parte del Cortijo Los Pedernales. 
      En ella   se cultivaban árboles frutales— hoy
aguacates—, y en  verano,  hortalizas y legumbres para  el consumo familiar. Las labores necesarias
para el cultivo las realizaban operarios residentes en alguno de los caseríos
próximos, generalmente en régimen llamado entonces  de “medianería”…
                                                                                           
 Antigua acequia desde El Chorro hasta la alberca
        
      En la
parte inferior de esta parcela  existía
una alberca— hoy en ruinas— que concentraba el agua procedente de la antedicha  fuente mediante una rústica  canalización 
construida con lajas o finas losas  de piedra— aquí muy abundantes—, utilizadas
también, en ciertos casos, como solería en 
algunas viviendas de familias de economía modesta... Desde este pequeño
embalse  se  distribuía el agua  por las partes regables de la huerta mediante
surcos abiertos  con  el arado y alisados después a mano con el
escardillo. 
     A escasos metros  de esta alberca se encuentra— lo cito como
mera curiosidad— el conocido Tajo de la Parda, desde el cual, a
modo de trampolín, los muchachos  lugareños
se lanzaban  al  Pozo de
la Campana, en
la margen derecha del río  Sábar,
utilizado  en aquellos tiempos   como modesta playa local, pues era uno  de los pocos pozos de este río que reunía las mínimas
condiciones  para que los bañistas se
zambulleran en  sus aguas... Debo aclarar
que los bañadores no eran utilizados— ni siquiera conocerían su existencia—por  los jóvenes  de  estas
tierras, que se bañaban “en pelotas”  como la cosa más natural del mundo…Desde luego,  es innegable que el nudismo,  o desnudez
completa,   es    más natural que el uso del  bañador, aunque ellos, evidentemente, no se
bañarían así por seguir  este criterio…
                          
 
                                                                                                                   
 Tajo La Parda
        
      No
muy alejado del anterior, a unos trescientos metros aguas abajo del mismo río
—lindante con la Huerta de los Caros—, está el 
Pozo del Higuerón, muy
frecuentado  también por los bañistas de
los alrededores. A éste acudían los más pusilánimes, pues circulaba una leyenda  sobre el Pozo de la Campana que advertía
de  los peligros de un sumidero, más imaginario que real, en
el fondo del mismo…No obstante, y pese a las advertencias del los padres, éste
era  el más concurrido. Siempre lo prohibido
fue manjar más exquisito que lo permitido… Es la psicología humana,  que siempre  comporta así…
     Es
probable que algún lector, desconocedor de aquella época, primeros años del s.
XX — hace casi un siglo—sienta curiosidad por saber dónde y cómo se bañaban las chicas aldeanas, o mejor, las muchachas, mocitas o mozuelas, pues así eran llamadas entonces. Eso de chicas o niñas era  propio de ambientes  más refinados, y llagaría por aquí bastantes años
después…
    ¿En las pozas del río? —se preguntará—. Eso
ni pensarlo…, y con los varones, absolutamente  impensable… Y no digamos  desnudas:
esto en la mentalidad casi  medieval imperante
era metafísicamente imposible… Con
esta pedantesca y filosófica frase se dice que algo es absolutamente  imposible que suceda…
    ¿Dónde se bañaban entonces?  En casa, sin cuarto de baño, con los pies
metidos en un lebrillo de barro o cuba de cinc, o simplemente  apoyados en el suelo, y arrojándose agua por
la cabeza, con  un jarro o  cazo, a modo de ducha,  previo enjabonado del cuerpo… 
      De  este modo es presumible no se bañaran   por placer,  sino más bien por higiene, pues hasta el agua
la tenían  escasa… Éstos eran los usos y
costumbres  imperantes y las
circunstancias impuestas por los tiempos,  y así se vivía, sin añorar ni desear  otra cosa, porque nada mejor habrían conocido…Tampoco
acudían a la playa, pues ésta estaba muy alejada, y además, esto tampoco  estaba   bien
visto por el entorno social... 
      Exhibirse en bañador —el biquini  tardaría varias décadas   en
aparecer por estos lugares— era como opositar a una plaza definitiva de  mujer soltera con el cien por  cien de  probabilidades 
de  obtener el número uno… Pero
esta mentalidad  hay que situarla  en el tiempo de referencia como un dato
histórico. En la actualidad, el nivel de progresismo
es el mismo que el existente  en
cualquier otra parte  de nuestro país,
como es notorio para cualquiera observador…, y en ciertos aspectos de la vida,
tal vez seamos más vanguardistas  que
otros,  por aquello de la inexorable   ley física 
del péndulo…    
     Tras la digresión anterior, retomo el tema
de nuevo. El agua  procedente de los
lavaderos es poco apta  para el regadío
de frutales, verduras y hortalizas. Por ello, el propietario de estas tierras,
que lo era también de la aludida  fuente,
trató de impedir que las mujeres de viviendas próximas— en ocasiones también  de alejados cortijos—lavaran sus ropas en el
lavadero existente en la misma y utilizaran como tendederos los matorrales de
los alrededores. Asimismo, quiso 
prohibir que los habitantes de caseríos y haciendas  comarcales,  se aprovisionaran  de agua para el consumo doméstico. Eran tan
numerosas las caballerías que llegaban, sobre todo, a finales de verano, cuando
los pozos se agotaban, que solían 
formarse  largas  colas a la espera de  poder llenar sus cántaros cerámicos o garrafas
de vidrio… Y así, el agua del caño apenas daba 
abasto  para  satisfacer la demanda    de tantos consumidores...
      Con su negativa e impedimentos  de diversa índole , Rafael  Guerrero no solamente pretendía evitar la disminución  y contaminación  de las 
aguas destinadas  al  regadío— esto tal vez fuese  secundario para él — sino  reafirmar 
al mismo tiempo  su derecho de propiedad sobre  ellas , puesto en entredicho por el uso tan generalizado
que personas ajenas  hacían de las mismas.
Y  secundariamente,  desearía  impedir 
también el tránsito por su finca para evitar la consolidación de una
servidumbre de paso.  Todo ello, parece
ser, era   el  principal
móvil de su tenaz oposición: evitar la adquisición de derechos por personas
ajenas  en menoscabo  de los suyos propios…
     Por aquellas fechas estaba en vigor la Ley de Aguas de 13 de junio de 1879, que
consideraba las aguas afloradas  en una
finca como aguas privadas. Hoy todas las aguas son públicas, salvo que fueran
declaradas como aguas privadas en tiempo y forma…Y no olvidemos que el derecho
de propiedad por aquellas fechas era casi absoluto  y sagrado.  No obstante, el uso continuado de las mismas  por personas 
ajenas   a la propiedad 
podía crear una servidumbre de
uso doméstico sobre estas aguas y, simultáneamente,  también una servidumbre de paso, necesario
para acceder  a ellas… 
      Y como el uso continuado de fuente y camino databa de siglos, ambas
servidumbres estaban más que consolidadas 
por eso que los juristas llaman  “servidumbre adquirida por prescripción
inmemorial”.  Tan inmemorial, que
databa nada  menos que desde el Neolítico, como se colige de cuanto
digo al inicio de este  artículo…  ¿Era posible más antigüedad?. 
      Para impedir   que las
mujeres  usaran el lavadero,  operarios del dueño de la finca lo  cubrían   de
piedras durante el día para hacerlo impracticable, mientras que  por la  noche— amparados en la oscuridad—  hombres de La Viña y Los Marines las  extraían del mismo, deshaciendo lo realizado
durante el día… 
       El más decidido y destacado de estos
hombres fue el joven José Moreno Román, quien
a pleno día y con una barra de hierro —me informa su hermano Luís—, extrajo las
piedras más voluminosas para dejar patente 
su  deseo  de ser 
el  adalid  en la defensa del agua…
     En
las restantes ocasiones,  figuraban    las mujeres como autoras de la extracción  de las piedras  por entender que la responsabilidad penal  de éstas sería menor en  caso de ser descubiertas y denunciadas, como
así sucedió… 
      Y de este modo  actuaban unos y otros,  como en el 
mito  de  “la tela
de Penélope”, en  un  sucesivo y monótono  tejer y
destejer, destejiendo  por la noche lo
tejido  durante el día…
     Pese a  las precauciones tomadas, estas precavidas    y tenaces  penélopes
no pudieron eludir su responsabilidad ni evitar su ingreso en prisión, como
veremos  más adelante.
            
6
PALIZA,  CÁRCEL Y VICTORIA FINAL
        Era  vox pópuli  en toda la zona que el promotor de este
levantamiento vecinal en defensa del agua era el propietario del cercano  Cortijo de  Buenavista de Alcolea. Era, diríamos,
como  el inductor y cabeza visible   la   protesta…No en vano su hija Teresa era considerada como la líder
del movimiento reivindicativo del agua. Esta joven gozaba de mucho ascendiente e
influencia social entre  sus convecinos,
poseyendo un don especial para movilizar a la gente  y  suscitar
adhesiones…
Cortijos La Viña(izquierda) y Buenavista (derecha) 
        
      El
cortijo está situado  a no muchos metros
del acuífero de la polémica, en un altozano desde el que se  puede contemplar un amplio y bello panorama.
De ahí el  sobrenombre de Buenavista. 
      Antoñico  Pascual— así lo llamaban — era
persona  muy lúcida,  con inquietudes sociales, socarrón, de  lento caminar y poca agilidad física...
        Por iniciativa suya se creó, en 1925, la
escuela  pública de Mondrón, según  se expresa 
en una  lápida conmemorativa,
salvada,  restaurada y conservada  hoy por el periodista José Antonio
 Frías Ruiz, exdirector de Diario Sur, alumno que fue de
esta escuela. 
Antonio Pascual Godoy (Antoñico) 
     Antoñico,
era oriundo de Mondrón, y  solía
desplazarse con frecuencia  por aquellos
parajes,  a lomos de  una mansa burra de su propiedad, para visitar
a su anciano padre que residía en esta aldea.
    Un día,  Rafael 
Guerrero esperó  oculto  entre  unos matorrales el obligado paso de Antonio
por aquel camino. Lo  hizo bajar de la
borrica, y le propinó tal  paliza, que a consecuencia de las
heridas y  contusiones producidas estuvo
varios días en cama…
     Con esta agresión, Antoñico  alcanzó  más popularidad  y apoyos 
en su lucha por el agua, convirtiéndose en portavoz y representante  de los derechos de todo el vecindario…La
intención de amedrentar  surtió,
precisamente, el efecto contrario. Esto es lo que suele ocurrir cuando en lugar
de la razón se usa la violencia…
      Pasado algún tiempo, en los inicios  de la contienda civil, recibió una tarde la
visita de unos “milicianos” que
venían para llevárselo— fácil es imaginar el para qué, aunque no el por qué… — a ese lugar al que  muchos
fueron y jamás volvieron…
       Había
ido, como de costumbre, a visitar  a su
padre, y  antes de llegar a  casa, su amigo Manuel Ruiz López, Manolillo de la Viña, salió al camino para advertirle  de los sospechosos  huéspedes que lo esperaban. Intentó disuadirlo
para que se volviera, pero él contestó:         
                           — Ya que estoy aquí
no me vuelvo. De todas formas, el perro ha llegado a
                              la casa y sabrán
que estoy cerca…
                              Nada tengo que temer  porque nunca hice  mal a   nadie…    
                      
       Y continuó.  
         Entró el jefe de la partida en el
cortijo, mientras los restantes compañeros esperaban en los alrededores, en la
cercana  era,  y tras conversar  largo rato con él, constató que era una buena
persona,  exenta de malicia, sin tintes
políticos,  y decidió perdonarle la vida… Al salir de la
vivienda sin acompañante, le preguntaron los milicianos del grupo,  con cara de desencanto:
— Pero, ¿no nos lo llevamos?
                             — No. Lo vamos a dejar que críe a sus hijos.  Es  un
buen hombre.       
     Este incidente me lo relató, no hace mucho
tiempo,  un nieto suyo que fue testigo
presencial de la escena.
 Hubo personas que interpretaron  lo sucedido como una consecuencia derivada  de la animosidad— más bien odio—   que se generó durante la  disputa  por el agua. Pienso, no obstante, que entre  ambos hechos no hubo ninguna conexión, y
menos,  relación  de causalidad.  Sería absurdo… Éste fue un caso más de los
muchos   que se  produjeron  en la zona, afortunadamente, sin consecuencias
que lamentar. 
      No obstante, puede ser que por  la controversia del agua adquiriera Antonio cierta
notoriedad y relevancia social, dándose a conocer en la comarca como persona
con ascendiente moral sobre sus convecinos, con capacidad de convocatoria y
liderazgo, más influyente que otras personas,  pero no otra cosa… Todo lo demás son absurdas
especulaciones carentes de lógica y fundamento… Ni siquiera militaba en algún
partido político de los existentes por aquellas fechas. Su lema fue siempre: paz, trabajo y  buena vecindad…   
      Retomando el tema, diré  que la  cuestión  del agua exacerbó los ánimos  hasta tal punto, que la guardia civil tuvo que
hacer acto de presencia en varias ocasiones para sofocar la insurrección  popular y evitar violencias.  Éstas se desencadenaron  con más fuerza  cuando el propietario de la finca contrató  a un conocido albañil de Riogordo— Francisco Fernández Moreno, más
conocido como  Frasquito el albañil— para tapar la fuente mediante obra civil,
dado que el cubrirla de piedras  resultó
ineficaz por la perseverancia  de los vecinos
 en extraerlas por la noche. 
       Mientras
éste realizaba  su trabajo, varias  mujeres lo observaban atentamente provistas de
sendos palos, esperando  que  finalizara la operación… Y cuando terminó su
faena, deshicieron  la obra realizada,
descubriendo nuevamente las  pilas  y el fluir las aguas… Fue entonces cuando el Juez de 1ª Instancia e Instrucción de
Colmenar, en aquellos tiempos cabeza de partido judicial, ordenó su ingreso
en prisión al calificar lo sucedido como un acto de sabotaje…
        
      Me refieren  una curiosa anécdota relativa al juez. Este
vino a ver in situ la fuente de la polémica. Y una de las mujeres presentes, María
López Pareja, apodada  La Manoleta,  partera local, lavaba  sus trapos. Era  persona muy desinhibida, de carácter alegre y  locuaz.    Estaba
afectada de un visible  y característico    temblor
esencial en los brazos  que le  ocasionaba  grandes oscilaciones…Vivía tan cerca, que  estimaba 
la fuente   como  las
cantareras de su cocina. .. Sin pretenderlo,  salpicó de agua al juez.  Y éste le dijo:
                                             — ¡Señora, que me va  usted a mojar!                                             
                  María le contestó desenfadadamente:
                 — ¡Pues si se hubiese quedado en Colmenar
seguro  que no  lo habría mojado!
      Las mujeres que más se significaron en la
revuelta  fueron conducidas por la
guardia civil  hasta Mondrón, y desde
aquí, en el cajón de una camioneta—los autobuses de   entonces—  a la cárcel de mujeres  de Málaga. Parece ser que las autoridades  pretendían más disuadir, y acaso   amedrentar, que hacer justicia… 
     Desde la carretera se divisa  muy bien la fuente de la disputa, y cuando la
vieron,  comenzaron a mover los brazos gritando,
con gestos de despedida, y talvez, derramando alguna lágrima,  mientras coreaban  los más sentidos adioses:
 
¡Adiós
Chorro, adiós Chorro…!
¡Adiós,
adiós!
       En esta prisión provincial  permanecieron un  tiempo que no he podido precisar  al no vivir en la actualidad ninguna de las
protagonistas... Y como las cifras  que
me dicen   difieren entre sí, ante la duda  prefiero omitir el dato…También se refiere que
una de éstas  mujeres estaba en avanzado
estado de gestación cuando ingresó en prisión, y allí  dio a luz a una hija…Algunos dan hasta el
nombre… Es posible porque todas eran jóvenes… 
Lo que si es cierto es que una de las encarceladas, Teresa Pascual Ruiz, estuvo acompañada de su hijo Miguel, lactante
de seis meses, durante todo el tiempo que estuvo encarcelada.  Por ello dice éste, irónicamente,   que entró en la cárcel con  seis
meses…
        En
realidad, los  actos de protesta en
defensa del agua fueron generales en toda la amplia comarca donde habitaban los
usuarios de la misma. No
hubo excepciones en las manifestaciones de rebeldía, pues  sabían lo que se jugaban… La unanimidad  fue absoluta. Todos, hombres y mujeres, actuaban
al unísono como una sola persona, sin deserciones  ni cobardías. No obstante, sólo las mujeres exteriorizaban
su beligerancia… Pensaban —como digo antes— que la justicia sería más benévola
y condescendiente  con ellas, precisamente
por su condición femenina… Pero nunca estuvieron solas  ni les  faltó 
la complicidad  y apoyo de  todo el vecindario.
   Esta
postura  colectiva  y unánime 
de rechazo   ante la injusticia  infligida   a toda
una  población, la expresan  muy bien los populares versos de  Lope, sin duda  los más conocidos y repetidos de nuestra rica
literatura,   por recoger algo tan consustancial a  la propia 
idiosincrasia  del pueblo español  como es la unidad  y rebeldía frente a sinrazones y atropellos:                                          
                                  
                                                             
—     ¿Quién  es Fuenteovejuna?                      
                                 —      Todos a una, Señor.                             
        Las mujeres  encarceladas  a causa de la insurrección popular fueron  muchas. Cito  algunas de estas valientes amazonas cuyos nombres  me han sido facilitados por sus  descendientes y vecinos. Yo mismo guardo  un grato recuerdo de varias  de ellas, aunque por razones de edad, no
conocí los hechos que comento. Para estas mujeres y sus familiares fue siempre
un motivo de orgullo el  haber sido
detenidas y vejadas por causa tan noble y justa. Los nombres de  las participantes  en la revuelta, fueron los siguientes, aunque
la relación puede no ser exhaustiva:     
- Teresa Pascual Ruiz,
Teresa de Buenavista.
 
- Ana Mateos Moreno,
Anica de la Morena.
 
- María López Pareja,
la Monoleta.
 
- María Cuenca Gómez,
la María de
Cencerra.
 
- Josefa Torres Ruiz
 
- Isabel Mostazo Alarcón
 
- Teresa Frías Pascual
 
- Teresa Ruiz López
 
- Encarnación Mostazo Alarcón
 
- Ascensión  Pascual Ruiz
 
- Nieves Ruiz López
 
- Isabel Mostazo Ruiz
 
- María
Román Benítez
 
       Las
comparsas se hicieron eco  de estos
sucesos. Como es sabido, éstas  actuaban
a modo de  juglares medievales, de
caserío en caserío, de cortijo en cortijo, de la misma manera que  aquéllos lo hacían de castillo en castillo… En
un artículo   anterior publiqué  un amplio 
repertorio de  muchas  de 
estas  coplas populares. Ahora
salvo del olvido  algunas  alusivas a los  sucesos de la fuente de  “EL
CHORRO”:                         
El señor Rafael Guerrero
Es  un hombre
muy decente,
y  como  tiene dinero,
quiso  tapar
la fuente...
Y las mujeres gritaban
y gritaban con razón,
que si nos tapan la fuente
es nuestra perdición.
Vino la guardia civil y se las llevaron presas,
pero no iban “amarrás”,
y cuando llegaron a la Audiencia,
les dieron la libertad.
      Finalmente, se celebró el juicio en Colmenar, y
se reconoció a  los vecinos su derecho al
disfrute de estas aguas, probablemente como una servidumbre de uso para consumo humano  y  otra
de paso para acceder a la fuente, y 
a partir de entonces, nadie impidió  el ejercicio pacífico de estos derechos… 
    Me cuenta un longevo— casi centenario—
vecino de Riogordo, de prodigiosa memoria, emparentado con alguna de estas
mujeres, que el fallo favorable se obtuvo   gracias a la brillante defensa  que hizo su abogado defensor, pues conviene no olvidar que el llamado
derecho  de propiedad era tenido entonces
como algo sagrado, y que para ganar un juicio, lo mismo antes que ahora, no
basta sólo con tener razón sino que es necesario, además, saberla defender  y… que te la quieran dar, añaden  otros jocosamente.
     Rafael Guerrero fue  condenado a 
pagar  las costas judiciales, y
pese a su condición de hombre sagaz y 
adinerado, tuvo que renunciar a la utilización exclusiva de las aguas,  desmintiendo, al menos en este caso, el
quevedesco   “poderoso
caballero es don Dinero…”
      He
intentado hacerme con el texto de la sentencia para incluirlo en este trabajo
como prueba    documental, lo mismo que
hice en otras ocasiones, pero estos archivos 
fueron  quemados en Colmenar durante la contienda civil,
cosa que  todos sabemos…Y  por ello,  mis esfuerzos   en esta
dirección   han resultado  infructuosos. No obstante,  por las informaciones que he podido
recabar,  la sentencia  se dictó en los términos que expongo
anteriormente. Era, por otra parte,  lo
que legalmente procedía…
      Antes de la celebración  del juicio, solicitó el juez una
analítica  del agua de la fuente comunal de
Rajaestacas  para ver si reunía las suficientes condiciones
de potabilidad para ser utilizada  en
sustitución de la procedente  de El
Chorro. Esta idea la sugeriría el Sr. Guerrero para probar la existencia de una
alternativa   a la suya. 
 Y como la picaresca   es 
algo inherente  a la idiosincrasia
de nuestro pueblo— raro es quien no lleva en su interior algún  lazarillo—
las muestras para los análisis fueron recogidas  de la  alberca y no de los caños, como era pertinente…Evidentemente,
la comparación  con la del Chorro no admitía
dudas sobre la que era de superior  calidad y condiciones   higiénica-sanitarias. 
Vista actual de la alberca
        
     La 
siguiente copla expresa el júbilo de los ganadores:
Ya no valen los dineros,
lo que vale es la razón
porque el agua la han ganado
Los Marines, La Viña y Mondrón...
 
                                                                                        7
SOLUCIÓN  DEFINITIVA AL PROBLEMA DEL AGUA
(Adiós a los pozos)
LA
  CARRETERA DEL
 ARCO
                                                 
                                 ( otra realidad no soñada)    
      El
cortijo de Los Pedernales  fue heredado por Francisco Guerrero Madrona, hijo de Rafael. El carácter de
Francisco  contrastaba con el de su
padre.  Paquito Guerrero, como era conocido, fue una persona cercana,
cordial, servicial, afable y amistosa 
con todos. Habitó con su familia en la finca heredada durante varios
años, y desde entonces, se acabaron las discrepancias y  fricciones 
con los  vecinos  a 
causa   del agua y otros temas…
      Dice un adagio popular  que del tronco de un mismo árbol  sólo pueden salir ramas  con savia del mismo árbol, pero como todas
las reglas tienen excepciones,  ésta  fue una de 
ellas…  Y nada diré de su esposa —María Pérez— excelente señora  que, además de sus encantos personales,
poseía unas especiales dotes  de simpatía
y generosidad  con los que supo   granjearse el afecto y el cariño de sus
vecinos más próximos, contribuyendo a 
hacer “tabla rasa” de los
episodios  más  escabrosos  del pasado…
Francisco Guerrero Madrona y su esposa 
     Como
prueba de su talante abierto y proverbial  caballerosidad , debo decir —participé en el
hecho—que cedió gratuitamente una parcela de su cortijo a la Cooperativa Olivarera
de Mondrón para la construcción de una “balsa”  destinada a 
la concentración  de los
alpechines de la  almazara propiedad de
esta Cooperativa, cuando fue prohibido  su vertido en el río… No es fácil encontrar
una  persona dispuesta a la  cesión de una 
porción importante de  metros
cuadrados de su finca  en las  condiciones de gratuidad total   y 
larga vigencia como él lo hizo, y menos aún, para  el embalse de un producto tan contaminante y
maloliente como son los alpechines de almazara… 
     ¡Ah,  se me olvidaba¡ : nunca  tuvieron,
tuvimos, con él un gesto de gratitud, ni siquiera el obsequio con la
materialidad de una garrafa de aceite… Mea
culpa…  Parece como si la ingratitud
fuera consustancial al alma de  las
cooperativas, algo que portan y transmiten en sus propios genes…
         Siendo él propietario del  cortijo pactó con el Ayuntamiento de Periana,
en 1978, la cesión  total de la fuente para elevar sus aguas hasta
un depósito común destinado a  la
distribución domiciliaria por   toda la comarca… Era a la sazón alcalde  de 
este pueblo  Juan Antonio Ortigosa Pérez, a cuya eficaz gestión se debió  el importante logro anterior.  Como compensación, el propietario  recibió la concesión   permanente 
y gratuita de un caudal de agua, puesta mediante adecuada conducción,  en la vivienda del cortijo,  suficiente tanto para el consumo humano  como ganadero.    
      Y  como
el  caudal del agua del Chorro se reveló   insuficiente para el adecuado suministro de las
mencionadas aldeas y  extensa comarca de
Las Rozas, cuatro años después, en 1982,
siendo alcalde  Rafael Zorrilla Moreno, este caudal  se  incrementó con otras aguas  procedentes del manantial  El Batán, igualmente  de excelente calidad. Para ello fue necesario ampliar  la larga y extensa  red de distribución y construir dos grandes depósitos
más, uno en  el cortijo La Cueva —Sierra de Enmedio— y
otro en la  Loma de los Tres Cortijos,
en Las Rozas.  De este modo, el agua
llegaría  a todos  los hogares en cantidad  suficiente para un   adecuado abastecimiento.  Encomiable también la labor de este alcalde—
persona asimismo competente y resolutiva— que solventó definitivamente, haciendo
frente con   un  elevado presupuesto, al problema  que más 
acuciaba e impedía  el desarrollo
económico y la prosperidad  de  una 
parte tan   importante de nuestro pueblo:  la escasez de agua. 
                                               
                                                                                                               
 Los Marines y Las Rozas
       Todo
parecía mágico e impensable años atrás: el
agua en  las casas, el grifo sustituyendo
a  las cantareras…Ya no había que ir
con el cántaro  a la fuente para traer el
agua, era el agua  la  venía  a
las casas… No diré  que era un sueño
hecho realidad, porque  tal cosa ni siquiera
la soñarían… Algo así  era entonces inimaginable
para   ellos,  una utopía… No más  cántaros, garrafas, caballerías,  aguadores ni aguaderas, colas, juicios, amenazas,
privaciones,  palizas, cárceles... Adiós
también  a los pozos: éstos fueron
cerrados o tapados para evitar  posibles accidentes.
Si se conservan algunos no  son  más que vestigios del pasado sin ninguna
utilización  práctica en el presente.
     Ya podían disponer  en casa de 
algo tan elemental e imprescindible    como era agua
para beber y un cuarto de baño…, cosa que ya existía en las casas romanas,
que se sepa, desde el siglo VI  a. de C.,
es decir, si no calculo mal, hace aproximadamente, veintiséis siglos…  Y eso que
los romanos, para llevar el agua de un lugar a otro  de    distintos niveles, tenían que construir, nos
enseña la historia, nada menos que acueductos 
o  elevados canales  sobre arcadas de  piedra…
      Para La Viña, Los Marines, Las Rozas y
demás caseríos, todo ello   fue un logro  que trasformó en  oasis  un semidesierto, tras  un  largo y
penoso caminar jalonado de sacrificios y privaciones…
     ¿Se imagina el hombre de hoy una vivienda sin
agua corriente  ni cuarto de baño…?. Pues
así vivieron   muchas personas  de nuestro pueblo — y por desgracia también en
otros muchos —como en un  reducto de
tercermundismo enclavado en un  país
considerado como moderno…
       A 
sabiendas  de que me desvío del
objeto  central  del tema— la problemática del  agua y la economía  en toda esta amplia comarca— no desaprovecho
la oportunidad  para comentar,
sucintamente, a modo de colofón,  otro hecho
también de la máxima importancia  en el
desarrollo y condiciones de  vida de
nuestros pueblo: la construcción de la Carretera del Arco.
       Éste era el complemento que faltaba… Ambos logros— agua y carretera—convierten 
a esta zona de la Alta Axarquía  en un lugar de privilegio  donde puede disfrutarse  una vida cómoda y confortable,  equiparable a la de cualquier otro sitio  del país, y donde se levantan vistosas  construcciones y restaurantes  en sus márgenes, especialmente en las
cercanías de la Presa  La
  Viñuela…
     Esta carretera — conocida
oficialmente  como A-356—, en su tramo La
Viñuela a  Casabermeja comenzó a
construirse en 1990 y finalizaron
las obras  en 1995. Su ejecución tuvo dos fases: La Viñuela-Riogordo (1990-1992) y Riogordo-Casabermeja (1992-1995). Su trazado y ejecución
ofreció ciertas dificultades— me informan los técnicos que la planificaron y
realizaron— por tratarse de terrenos arcillosos, muy impermeables y con
poca  resistencia en presencia del agua. 
       He
querido buscar y reflejar aquí estos datos por si en el futuro, o en el
presente, resultan de interés  para
alguna persona deseosa de indagar en estos aspectos de nuestra historia local o
comarcal. Ya sabemos que lo que no se escribe se diluye en el tiempo y  resulta imposible recuperarlo después. No hay
investigador que encuentre lo que no se 
escribió o grabó por otro medio moderno, excepción hecha de los restos
arqueológicos...  Es la mayor dificultad
que encuentran   quienes gozan buceando  en el pasado, que para algunos — entre los que
me cuento— resulta tanto o más sugestivo y atrayente que hacerlo por el
presente…
      Desde
estas páginas expreso mi gratitud a la empresa  CONSULTORA 
 NARVAL  DE INGENIERÍA, 
de Málaga,  por su amabilidad al  facilitarme los datos anteriores conservados
en sus archivos,  tras más de veinte años  desde su participación  en la ejecución de las obras de esta vía, así
como también al Ingeniero Director
de las mismas, don Manuel Miranda,
persona aludida  anteriormente.
      No cabe duda de que  el problema de las comunicaciones era también,
juntamente con el del agua, acuciante y vital, y lastraba el  desarrollo económico de toda la comarca estancándola
 en  la pobreza y limitando  sus  perspectivas de futuro…
     Basta
un dato: para llegar a la carretera o localidad más próxima  había que transitar por caminos de herradura,
dependiendo del punto de partida,  varios
kilómetros a pie o en  caballerías, las
mujeres de más edad utilizando  las  clásicas jamugas
o sillas de tijera,  exhibidas
hoy   en 
museos  de antigüedades…
                                                                                                                           Segundo Pascual Toledo
                                                                                                                                       Diciembre de  2013