SEMBLANZA DE NUESTRO PATRONO “SAN FERNANDO REY”
DEL TRONO REAL A LOS ALTARES DE LAS IGLESIAS
Nuestro patrono, conocido en la historia como Fernando III el Santo (1198-
1252) vivió en la conocida como Baja Edad Media. Era hijo del rey Alfonso IX
de León y de su segunda esposa, la reina doña Berenguela de Castilla. Este
matrimonio sería declarado nulo por el Papa después de contraído porque
ambos cónyuges eran tío y sobrina, parentesco que se considera como un
impedimento canónico por razones de consanguinidad. No obstante la
anulación, los hijos fueron declarados legítimos por el papa Inocencio III,
cosa a tener muy en cuenta a efectos de la herencia del trono.
Nació en el monasterio cisterciense de Valparaíso, cerca del pueblo de
Peleas de Arriba, un lugar situado entre Zamora y Salamanca, en un albergue
fundado para atender a peregrinos y transeúntes que recorrían la llamada
entonces Vía de la Plata, antigua calzada romana que atravesaba de sur a
norte todo el oeste de España a modo del Camino de Santiago… En el
antiguo emplazamiento, sólo existe ya un pequeño monumento con unos
azulejos grabados que nos recuerdan que allí nació el rey Fernando…
En este humilde lugar vino al mundo en un descanso realizado por la corte
ambulante. Hay que decir que la corte de Castilla, en aquellos tiempos
medievales, hasta la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492,
era, en muchas ocasiones, itinerante por exigencias de la guerra: por donde
iban las tropas iban también los reyes al frente de las mismas…Esta es la
causa por la que sus hijos solían nacer en lugares que hoy nos parecen
demasiado humildes para el nacimiento de un príncipe, persona destinada a
convertirse, por ser la corona hereditaria, en futuro rey… Lo mismo puede
decirse de la muerte de algunos miembros de la familia real, que también les
sobrevino, por la misma razón, en territorios inhóspitos alejados de los
palacios.
Hubo en nuestra historia muchos casos de nacimientos regios semejantes a
éste, pero lo importante en la vida de un cristiano fue siempre, no el lugar
donde se nace o muere, sino cómo se vive y muere... Y sobre todo, sabemos
que se puede alcanzar el cielo desde cualquier estado y condición: basta para
ello con practicar las virtudes cristianas de forma heroica amando y sirviendo
a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.
A los diez años—dicen las crónicas de la época—sufrió una grave
enfermedad. Los médicos de la corte se mostraron pesimistas sobre su
recuperación. Entonces, la madre lo toma en sus brazos, y a lomos de una
caballería, lo llevó hasta el Monasterio de Oña, en la provincia de Burgos,
donde pasó toda una noche suplicando y llorando postrada ante la imagen de
la Virgen. Y relatan las crónicas en el castellano de la época, que “el niño
empieza a dormir, y después que fue despierto, luego de comer pedía”.
Las citas de frases históricas relativas a San Fernando o a otros personajes,
no deben tomarse siempre al pie de la letra, aunque sí puede admitirse sin
reparos la idea que expresan…
En su persona se unieron definitivamente, por herencia, los reinos de
Castilla y León. Fue primo de San Luís IX, rey de Francia, con el cual
compartía muchas virtudes cristianas. En posteriores tiempos, las monarquías
europeas eran casi todas católicas, y una de sus aspiraciones era
precisamente haber estado regidas por un rey canonizado, es decir, tener
entre sus antepasados “un rey santo”… Este es el motivo, aparte de las
virtudes cristianas que adornaron a muchos monarcas, por el cual varias
naciones cuenten con reyes y reinas que fueron elevadas a la dignidad de los
altares…
Este monarca castellanoleonés dio un gran impulso a la obra de la
Reconquista, arrebatando a los árabes las importantes ciudades de Úbeda,
Córdoba, Murcia, Jaén, Cádiz y Sevilla, lugar donde murió, como diré
después. Esta última ciudad fue conquistada en 1248 tras dos años de asedio.
En 30 años ganó más territorios a los árabes que casi en el resto de siglos
anteriores consiguieron sus predecesores. Y aún tenía proyectado pasar al
norte de África para continuar allí la lucha cuando le sobrevino la muerte.
Los dos ideales primordiales de su vida, a los que dedicó esfuerzo y
desvelos, fueron: la propagación de la fe cristiana en todos sus dominios y la
liberación de nuestro territorio del yugo de los sarracenos, territorio del que
se habían adueñado desde el año 711 y que ocuparon durante cerca de
ocho siglos hasta su expulsión definitiva del reino de Granada en 1492…
Está considerado como uno de los más grandes personajes del S.
XIII. Estuvo casado dos veces: en primeras nupcias, siguiendo los sabios
consejos de su madre, contrajo matrimonio con la alemana Beatriz de Suabia,
considerada como la princesa más virtuosa de la época, y después, con la
francesa Juana de Ponthieu. También en esta segunda elección influyeron
mucho las recomendaciones de su inteligente madre, pues la elegida habría
de reunir especiales cualidades para desempañar con dignidad su papel de
futura reina en la corte castellanoleonesa.
Fue un hombre muy prolífico, pues ambos matrimonios fueron muy fecundos:
tuvo un total de 15 hijos, 10 con la primera esposa y 5 con la segunda.
Antes de casarse se pasó una noche rezando pidiéndole a Dios que bendijera
su hogar con la nueva familia que iba a formar. Su concepto del matrimonio
contrasta con el de otros monarcas de vida licenciosa, no sólo medievales
sino también posteriores, que se vieron envueltos en escandalosos adulterios:
de ahí la existencia de tantos hijos adulterinos o extramatrimoniales como
hubo en nuestra historia— hoy esta discriminación ha desaparecido—, causa
de no pocas luchas entre hermanos por motivos sucesorios al ser la corona
hereditaria.
El hijo más conocido de todos fue su heredero, Alfonso X el Sabio,
recordado, entre otras cosas, por su apoyo y protección a la cultura,
especialmente a la creación de obras científicas, jurídicas y literarias. Poseyó
buenas cualidades como poeta, y se considera autor de las llamadas
Cantigas de Santa María, obra muy relevante en la literatura medieval
española. Él mismo, manifestó que parte de su amor a la cultura se lo debía
al interés demostrado por su padre para que se educara como convenía al
ejercicio de las altas funciones que debía realizar como futuro rey de los reinos
que habría de heredar.
Su estado de hombre casado nos dice también que se puede ascender a la
gloria de los altares desde cualquier estado y condición: no es necesario vivir
recluido en un convento ni vestir sotana o hábito de monja, ni tampoco ser
célibe, para servir a Dios y a los hermanos con amor y espíritu evangélico. El
santoral y el martirologio— catálogo de santos y mártires—está lleno de
personas que desde su condición de seglares, encarnados en el mundo, dieron
testimonio vivo de su fe, en no pocos casos, de forma heroica y ejemplar.
Nuestro patrono fue un monarca profundamente piadoso, tolerante y
muy devoto de la Virgen, cuya imagen de marfil llevaba siempre en el arzón
de la silla de su caballo, conocida por este motivo con el sobrenombre de
Virgen de las Batallas, que se custodia en la catedral sevillana. Cuenta la
leyenda que, mientras dormía, se le apareció en sueños la Virgen, y con el
recuerdo de esta visión, mandó hacer una talla: es la llamada Virgen de los
Reyes, Patrona de la Archidiócesis de Sevilla. Pero en realidad, se hizo
acompañar en diversas batallas de otras imágenes de la Virgen María.
Su vida fue una síntesis o compendio de virtudes y dones sobrenaturales en
perfecta unidad con exquisitas cualidades humanas que lo hacían una
persona singular pocas veces repetida en la historia. En sus campañas
bélicas siempre le acompañó el triunfo y rara vez la desventura… Unió en su
persona la habilidad diplomática con sus dotes de estratega: en ambas cosas
radica en buena medida el éxito de sus empresas.
En la imagen que preside nuestro templo aparece con la bola del mundo
en la mano derecha y la espada —Lobera se llamaba— en la izquierda. Ésta
siempre le acompañó en todas sus acciones guerreras…Se custodia como
reliquia en la Catedral de Sevilla, desde donde todos los años se sacaba en
procesión para conmemorar la reconquista de la ciudad. Hoy esta marcha se
realiza bajo las naves del templo.
Se cuenta que, hallándose en el lecho de la muerte, se dirigió a su hijo
menor, el infante Don Manuel, y le dijo:
“No os puedo dar heredad ninguna, pero os doy mi espada Lobera,
que es cosa de gran virtud y con la que me hizo Dios a mí mucho bien”.
.
Todos los días rezaba un oficio semejante al rosario de ahora. Guardaba
estrictamente el ayuno, y siempre llevaba un “cilicio” o faja de cerdas o púas
de hierro ceñido a alguna parte del cuerpo para mortificarse imitando así los
sufrimientos de Cristo… El cilicio era muy utilizado en aquellos y posteriores
tiempos por ascetas, penitentes y miembros de algunas órdenes religiosas
para expiar sus pecados. También hoy existen personas que lo utilizan en la
intimidad para añadir a su vida un motivo especial de reparación y penitencia.
Ayunaba y oraba mucho, sobre todo antes de las batallas. Cuenta uno de
sus biógrafos que, hallándose una noche enfermo en la ciudad de Toledo, lo
sorprendieron implorando al Señor la ayuda para su pueblo. Y como alguno
de sus acompañantes le dijera que debía descansar para reparar sus fuerzas,
le respondió con estas palabras:
Si yo no velo, ¿cómo podéis vosotros dormir tranquilos?
Era tan delicado en el trato con las personas, que cuando cabalgaba al
frente de sus ejércitos por los polvorientos caminos de Castilla, ordenaba a sus
soldados salirse fuera de sus márgenes y pisar los sembrados para no
levantar polvaredas que molestaran y cegaran a los caminantes que se
acercaban…
Sin embargo, fue muy escrupuloso en lo relativo a las imágenes: no quiso que
en vida se le erigiese ninguna estatua: éstas sólo debían representar a
personas sagradas, como Cristo o la Virgen.
Su religiosidad impregnó los actos más cotidianos de su vida: hasta los
escritos o cartas que escribía los encabezaba declarándose “Caballero de
Jesucristo, Siervo de la Virgen Santísima y Alférez del Apostal Santiago”.
Movido por la firmeza de su fe, inició la construcción de las maravillosas
catedrales góticas— el gótico era el estilo arquitectónico de la época— de
Burgo de Osma, Palencia, Burgos, Toledo y León. Por donde iba con sus
ejércitos fundaba iglesias, monasterios, ermitas, hospitales, etc. Fundó también
la prestigiosa universidad de Salamanca.
Cambió el uso de la mezquita de Sevilla, ordenando edificar sobre este
lugar uno de los templos más grandes de la cristiandad: la Catedral de Sevilla.
No obstante, ordenó a su hijo y heredero Alfonso X el Sabio que conservara el
alminar de la antigua mezquita, base de esa obra admirable conocida como
la Giralda, que sirve actualmente de campanario al templo cristiano y es
motivo al mismo tiempo de atracción turística.…
En tiempos de costumbres rudas y licenciosas, propias de la época en la
que le tocó vivir, dio ejemplo a todos de pureza de vida, sacrificio personal,
profunda religiosidad y espíritu de justicia.
Un historiador moderno dice de él que fue a la vez severo y benigno,
enérgico y humilde, audaz y paciente, gentil en gracias cortesanas y puro
de corazón, firme en sus decisiones, versado en juegos como el ajedrez,
y buen cantor…
Tal vez sin proponérselo practicó en su vida la regla benedictina ora et
labora, reza y trabaja, como hacían los monacales que seguían la misma en el
silencio de los monasterios, pero con el doble mérito de vivir encarnado en el
agitado mundo donde lo colocó el destino.
Durante toda su existencia fue un verdadero modelo de gobernante, de
creyente, padre, esposo y amigo…Los actos más cotidianos de su vida los
realizaba siempre con bondad y llaneza, olvidando las prerrogativas propias
de su realeza: el orgullo y la soberbia nunca anidaron en su corazón…
Se rodeó de un conjunto de hombres sabios para que le aconsejaran en
sus decisiones más importantes. Estaba considerado, incluso por sus
enemigos, como un hombre de palabra que cumplía siempre lo prometido y
pactado.
Era tan querido de sus contemporáneos, que a su muerte, tanto hombres
como mujeres, rompieron a llorar en las calles: se les había ido, más que un
piadoso rey, un padre bueno que velaba por el bienestar de sus hijos… Como
tal se le recordó durante muchos años, y aún hoy, los sevillanos lo veneran
con devoción y acuden frecuentemente a su tumba con ofrendas y súplicas,
esperanzados en alcanzar sus favores.
Pero no fue, como puede parecer, un hombre pusilánime, sino enérgico,
decidido y valiente. Una anécdota prueba la entereza de su carácter:
En una de sus razias o incursiones por tierras de cristianos, el
combativo caudillo moro Almanzor, llegó a Santiago de Compostela,
cargó sobre hombros de cautivos cristianos las pesadas campanas de su
catedral, y las trajo hasta la Mezquita de Córdoba para que sirvieran de
lámparas… Sólo con considerar la distancia entre ambas poblaciones —
la una en Galicia y la otra en Andalucía— podemos imaginarnos el
sacrificio realizado por aquellos hombres…
Y cuando Fernando III conquistó Córdoba, las devolvió a Santiago, en
este caso, sobre hombros de moros cautivos. Era la mentalidad propia de
los rudos tiempos medievales que corrían…
Él se consideraba rey de las tres culturas que entonces coexistían en
nuestra tierra: cristiana, musulmana y judía.
El epitafio labrado sobre la bella urna de plata que le sirve de tumba— al
parecer redactado por su hijo Alfonso X el Sabio— está escrito en castellano,
latín, árabe y hebrero. Parte del texto en el castellano de la época, exalta
así las muchas virtudes que adornaron su alma:
…
el Recto, el Justo, el Prudente, el Magnífico, el Fuerte, el Piadoso, el
Humilde, el que temió a Dios y le sirvió todos sus días…
Nuestro santo Patrono dio pruebas durante su existencia de profunda fe y
ejemplar entereza. Pero no sólo fue valiente en las batallas, sino también ante
la última de la vida cuando vemos que se aproxima el fin de nuestros días: la
hora de la muerte o tránsito de ésta a la otra vida para rendir cuentas a
Dios de nuestros actos.
Sintiendo que se acercaba este momento final –estaba gravemente enfermo
de hidropesía, enfermedad que consiste en la acumulación anormal de
líquidos en el cuerpo-– se despojó de sus emblemas reales, se tendió en un
lecho de cenizas y se amarró una soga al cuello en señal de arrepentimiento
de sus pecados…Tomó la cruz, la besó varias veces, golpeándose con el ella
pecho. Y cuando el obispo de Sevilla le trajo la Sagrada Comunión, se quitó
sus ropas reales en un gesto de humildad, diciendo:
“Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo he de volver al seno de
la tierra.”
Se levantó y se arrodilló en el suelo para recibir con devoción a Cristo
sacramentado. Habló con su hijo Alfonso haciéndole las últimas
recomendaciones sobre la familia, los reinos y los vasallos… Mandó traer a los
hijos que había tenido de las dos esposas, una de ellas, la última, estaba allí
presente muy apenada. Se despidió de ellos, dándoles sabios consejos. Pidió
perdón a todos por si les había causado alguna involuntaria ofensa…
Le dieron una vela, y antes de sostenerla, alzó los ojos al cielo pronunciando
sus últimas palabras:
Señor: me diste reino que no tenía, y honra y poder que no merecí; dísteme vida,
ésta no durable, cuanto fue tu voluntad. Señor, gracias te doy y te devuelvo el reino
que me diste con aquel provecho que yo pude alcanzar y ofrézcote mi alma.
Y pidiendo a los clérigos presentes que cantasen el TE DEUM, entregó su
alma a Dios en el Alcázar de Sevilla, el jueves 30 de mayo de 1252, a los 53
años de edad y 34 de reinado.
Era muy conocido un dicho suyo que prueba la grandeza de espíritu de
este hombre, valiente con los poderosos y rendido con los más humildes:
“Más temo las maldiciones de una viejecita pobre de mi reino que a
todos los moros del África.”
El papa Alejandro VII lo declaró beato el 31 de mayo de 1655 y
Clemente X lo proclamó santo el 30 de mayo 1671, reinando en España el
rey Carlos II, reconociendo las muchas virtudes heroicas que adornaron su
alma. Poseía la gracia del éxtasis o unión mística con Dios mediante la
contemplación, el amor y las apariciones divinas… Dice de él uno de sus
biógrafos “que no conoció el vicio ni el ocio”. Fue el segundo rey
español— el primero sería San Hermenegildo—elevado a la dignidad de los
altares.
Existen pruebas de que después de su muerte, tanto en Sevilla como en
otras localidades, existió ya una especie de “canonización popular” dándole
el culto propio de los santos. Antes de que se produjese la declaración oficial
de santidad, como expreso anteriormente, algunos papas concedieron
indulgencias y recomendaron que se le rezara, pues por la “excelencia de
vida y virtudes, — dice un autor— alcanzó y mereció el título de santo”.
Son muchas las leyendas, más o menos verosímiles, que se tejieron en torno a
su vida, consideradas como una prueba más del fervor popular que se le
profesaba.
Para canonizar a un santo, es decir, para declarar a una persona santo, es
necesario, además de un milagro probado, tener fama de santidad, o sea,
haber practicado las virtudes cristianas de forma heroicas durante su vida. Ya
desde el día de su entierro, los fieles sevillanos no dejaron de visitar la capilla
donde yace su cuerpo incorrupto en una urna de plata considerada como
la obra más relevante de la orfebrería sevillana. Para facilitar el culto a sus
devotos, cada 30 de mayo está considerado como “día de puertas abiertas”
en esta Catedral.
Entre los elementos tenidos en cuenta para su beatificación y canonización,
se admitió como una prueba más, el estado de conservación de su cadáver.
Los médicos y cirujanos, delante de las autoridades eclesiásticas, certificaron
que todo ello se debía a un proceso natural…
Esta urna fue depositada, por deseo suyo, en la llamada Capilla de los
Reyes, tres días después de su defunción, al pie de la Virgen de los Reyes,
donde todos los años se expone tal día como hoy a la veneración de los
fieles. Junto a su sepultura está también—por decisión de su hijo Alfonso X—
la de su primera esposa, Beatriz de Suabia.
Cuando se creó la parroquia de Mondón -Vilo, en septiembre de 1945,
el primer párroco de la misma, el recordado don Ramiro Gil Recio, propuso
a los feligreses como patrono a San Fernando Rey y, tras exponer la vida del
santo, contando las muchas bondades que adornaron su alma durante su
peregrinar por esta vida terrena, todos aceptaron su patronazgo con fe y
entusiasmo: fue traído, como diríamos hoy, democráticamente o por consenso
de todos los feligreses…
Y desde entonces es venerado en esta parroquia donde se le profesa una
gran devoción y donde muchas personas acuden a él en los momentos difíciles
de la vida impetrando su protección, ayuda y consuelo, pues es en las
circunstancias adversas de nuestra existencia cuando el ser humano acude a
los poderes sobrenaturales impetrando lo que los humanos no quieren o no
pueden darnos…
Su patronazgo se ha extendido desde el punto de vista territorial a varias
localidades, como Sevilla, San Fernando de Henares, Maspalomas (Gran
Canaria), Villanueva del Rey y Minas (Sevilla), Ventas de Alcolea
(Albacete), y a alguna ciudad iberoamericana de Colombia y
Venezuela… En la ciudad de Málaga existe otra parroquia, creada con
posterioridad a la nuestra, que también tiene a San Fernando como
patrono.
Es asimismo patrono del Arma de Ingenieros del Ejército de Tierra de
España, cuyo himno es cantado todos los años en su festividad…
Es frecuente ver a sus pies un montón de flores y velones ofrendados por
personas que desean alcanzar algún favor o gracia especial o bien
manifiestan su agradecimiento por haberlo obtenido.
Mientras se construía el templo recibió culto en una casa particular en la calle
Abajo, cedida gratuitamente por su dueño. Allí estuvo ubicada la parroquia
mientras se construía el presente templo con el concurso y ayuda de todos los
vecinos de Mondrón y Vilo, como podemos leer en la lápida recientemente
colocada en sus paredes… Eran aquellos tiempos difíciles, llenos de
escaseces y precariedades, pero la fe y el amor mueven montañas, como reza
el dicho popular…
Las primeras fiestas patronales las organizó la maestra nacional de la
escuela unitaria de Mondrón, doña Carmen Muñoz Moreno, mujer de feliz
recuerdo porque fue ella la persona que encaminó a esta aldea por la senda
de la modernidad, despertando entre sus moradores los anhelos de cultura y
progreso social. Era una persona, además de excelente maestra, dotada de
buenas cualidades literarias. Los más viejos del lugar la recordarán,
recordamos todos, con cariño y agradecimiento. Ella compuso algunas coplas
—hoy lamentablemente olvidadas— que se cantaban durante las
procesiones por los asistentes a las mismas.
Segundo PASCUAL TOLEDO
30/05/2016
MAYORDOMOS 2016
ANA MARÍA VILLA SILVA
ANTONIO MANUEL ORTÍZ MORENO
MARÍA JESÚS CARO BARROSO
JUANI CUENCA MORENO
PILAR GODOY GONZÁLEZ
ENRIQUE ZORRILLA NÚÑEZ
GEMA FRÍAS LUQUE
JOSÉ ANTONIO FRÍAS LUQUE
ISMAEL MORENO TORREGROSA
Agradecimiento especial a Blanca Zamora por su colaboración.
MAYORDOMOS DE
SAN FERNANDO 2017
BUENOS DÍAS A TODOS Y A TODAS, COMO CADA AÑO PROCEDEREMOS AL
NOMBRAMIENTO DE LOS MAYORDOMOS DE SAN FERNANDO 2017.
DAR LAS GRACIAS A TODAS LAS PERSONAS QUE HAN COLABORADO DE
FORMA DESINTERESADA Y A LOS RESPONSABLES DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS Y A DON
EDUARDO POR CEDERNOSLOS DURANTE TODO ESTE AÑO PARA HACER NUESTRAS REUNIONES
PARA LLEGAR A UN BUEN TÉRMINO Y TOMAR NUESTRAS DECISIONES.
LOS MAYORDOMOS 2016 OS DESEAMOS A TODOS LOS MAYORDOMOS Y
MAYORDOMAS QUE A CONTINUACIÓN VOY A NOMBRAR, QUE MANTENGAIS SIEMPRE LOS VALORES
DE AMISTAD, COMPAÑERISMO, UNIÓN Y RESPETO Y QUE CUALQUIER AYUDA O CONSEJO NO
DUDEIS EN CONSULTARNOS PUES AQUI ESTAREMOS PARA APORTAR LA EXPERIENCIA QUE
DURANTE UN AÑOS HEMOS TENIDO.
LOS MAYORDOMOS 2017 SON LOS
SIGUIENTES:
1.-
RICARDO GODOY PAREDES
2.-
TRINIDAD RETAMERO ALBA
3.-
VALENTÍN GODOY PAREDES
4.-
MARIBEL JUAREZ RUÍZ
5.-
FRANCISCO LÓPEZ LÓPEZ
6.-
BELÉN LUQUE RAMOS
7.-
NURIA LÓPEZ LUQUE
8.-
CARLOS MATEOS JIMENO
9.-
MARÍA ALARCÓN MOSTAZO
10.-
PILAR MATEOS JIMENO
11.-
MIGUEL SÁNCHEZ
12.-
ROSA GARCÍA JIMÉNEZ
13.-
JUAN LUQUE RODRIGUEZ
14.-
FAUSTINO MOLINA GUERRERO
15.-
NIEVES MARTÍN LÓPEZ
16.-
ISMAEL MORENO TORREGROSA
La misa estuvo oficiada por el Párroco de Mondrón D. Eduardo Romero y nos acompañó el Coro Rociero "Camino de Olivares"